En el libro de Génesis, capítulo 6, versículo 13 leemos: “Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra”.
Y un poco más adelante, nos encontramos que en el Capítulo 7 versículo 1 se nos dice: “Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación”.
En ambos capítulos 6 y 7, se pone de relieve, que la generación de Noé se hallaba corrompida, la iniquidad campaba a sus anchas y Dios quiso poner fin a esa situación, en la forma que hoy llamaríamos de “borrón y cuenta nueva”. Dios seleccionó a una sola estirpe familiar, Noé, sus tres hijos y las respectivas esposas, seguro de que con esos pocos mimbres podría hacer un nuevo cesto.
Y con la bendición de Dios a Noé y a sus hijos, que figura en el versículo 1 del capítulo 9: “FRUCTIFICAD Y MULTIPLICAOS Y LLENAD LA TIERRA”. Vuelve a reiniciarse, la Historia de la Humanidad, que no es otra que la HISTORIA DE LA SALVACIÓN.
Estos últimos meses, hemos sabido que Francia ha decidido elevar la supresión de seres humanos a Derecho Constitucional, y apenas han pasado unas semanas, cuando el Parlamento Europeo ha aprobado con fecha 11 de abril, una Resolución por la que pide a los Estados miembros que declaren el aborto como derecho, con 336 votos a favor, 163 en contra y 39 abstenciones. ¡A la hora de votar a favor del mal, las mayorías son aplastantes!
Era más que previsible que habiéndose constipado Francia, toda Europa estornudase y nos impulsaran a seguir su ejemplo. Por tanto, lo que vemos es que un oleaje de autodestrucción y exterminio esta sacudiendo Europa.
¿Son tiempos semejantes a los que nos muestra la Biblia en la generación de Noé, o con Sodoma y Gomorra….? Puede que Dios nos esté permitiendo seguir una senda de perdición hasta que diga ¡BASTA!.
Pero en paralelo, también hemos visto durante las últimas semanas que, en dirección totalmente contraria, el electorado irlandés el 8 de marzo pasado y precisamente coincidiendo con el “Día de la Mujer”, rechazó modificar el concepto de familia que venía figurando en su Constitución. Y la negativa ganó por un 67 por ciento de los votos, sobre un electorado de 3.300.000 personas. Hasta dónde yo he visto, las modificaciones eran muy sibilinas, de una forma suave se trataba de homologar como “familias” ambiguas relaciones de “larga duración”, así como diluir el papel de la mujer en el cuidado de los hijos y familiares enfermos. En definitiva, han ganado los partidarios de la familia tradicional, frente a los que aspiraban a redefinirla como un cajón de sastre, donde se puede ir superponiendo y asentando todo lo que tiene un lejano parecido con una verdadera estructura familiar.
Irlanda es un país de escasísima población frente a naciones como Francia, Alemania, Italia, etc, sus 5 millones trescientos mil habitantes, son muy pocos frente a los 67 millones de franceses y los 84 millones de alemanes.
¡PERO ESOS POCOS HAN SABIDO DECIR NO! Son pocos pero decentes y a mí me vino a la mente Noé y su familia, unos pocos a los que el Señor bendijo y les ordenó que repoblasen la tierra.
Ahora nos han convocado a depositar nuestra papeleta para el Parlamente Europeo el próximo 9 de junio, pensemos detenidamente a qué partidos debemos decir NO. No hay opciones maravillosas, pero sí alguna menos mala y, en cualquier caso, nos queda la opción de entregar una papeleta en blanco, en señal de que ninguno logra nuestra aprobación. Pero no debemos ser cómplices del peor de los delitos: ELIMINAR VIDAS DE SERES INDEFENSOS.
ORACIÓN:
Señor, tú eres el Dios de Noé, de Moisés, de Abraham, de David, eres Rey de Reyes y Señor de señores, no nos dejes que caigamos y tropecemos una y otra vez en la misma piedra. Infúndenos, Señor, una parte de tu Sabiduría para que sepamos distinguir entre el bien y el mal en todo momento, no permitas que nos ciegue el interés, ni el cortoplacismo, convirtiéndonos en cómplices del maligno ¡A ti sea la honra, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos! Amén.