No hay nada más enervante para una persona viajera que alguien le proponga pasar unos días en un crucero, o bien en un viaje programado. Me estoy refiriendo a esos en que la mayoría se conforma con levantarse y desayunar a toda prisa, para seguir a un guía, enarbolando un banderín rojo, sin saber muy bien si el Palacio Pitti es el recinto del que acaban salir, o si la Galería de los Uffizi es el lugar al que se dirigen a continuación. Da igual, pues no serán los primeros que cuando lo cuenten a los amigos les dirán que todo eso está en Pisa, aunque en realidad ambos sean museos florentinos.
En la vida de los turistas, cada viaje es uno más. Del mismo modo que para algunas personas los libros que leen también son uno más, y eso significa que ninguno de ellos han sido realmente importante.
Por eso, acto seguido voy a hablarles de un periplo y de un libro diferentes; me centraré en un viaje al pueblo de Archena y en la obra titulada “Memorias de las Asambleas del Valle del Segura”. Una auténtica joya bibliográfica, para conocer los avatares y el denodado esfuerzo evangélico de un pequeño grupo de creyentes en esa comarca murciana y que abarca un periodo de casi cien años.
Sembradores del evangelio en el Valle del Segura
Muchos son los nombres y apellidos que nos encontramos, según vamos pasando las sucesivas páginas, pero hay dos cuya importancia es capital: Francisco Martínez Sánchez y su esposa Aurora Díaz Mengual.
Gracias a Dios, no son el primer matrimonio cuya dedicación a la Obra del Señor ha sido modélica para las Asambleas de Hermanos, y deseamos que les sigan muchos otros, pero puede que si se trate de uno de los matrimonios más veteranos actualmente en toda la geografía española.
Naturalmente, no es mi intención “destripar” el libro, sino todo lo contrario, pues considero que es una obra que debería leer toda persona que se acerque a las Asambleas de Hermanos, así como es un referente para cualquiera que, siendo ya miembro, aún no haya tenido ocasión de conocer las muchas vicisitudes que afrontaron para ir, poco a poco, evangelizando a más y más personas de distintos pueblos murcianos.
La obra comienza con el primer creyente de Archena, allá por el año 1920, y continúa vertiginosa, con una narrativa ágil y coloquial, al alcance de todos los lectores. Pasa por el periodo republicano, continua durante la etapa bélica y postbélica, hasta llegar a la Ley de Libertad de Culto de 1967, para luego desembocar en los años 80, 90, llegando hasta los primeros años de nuestro presente siglo.
A lo largo del libro, vemos el trabajo incansable de Francisco Martinez y su esposa Aurora, inasequibles al desaliento, sin prisa y sin pausa, orando ante las dificultades. Subiendo a una familia de cuatro hijos, más la tía de la esposa, con sus problemas de trabajo, desplazándose unas veces a pie, otras en bicicleta, en moto, y al final en vehículos que reclamaban continuas reparaciones. Si calculásemos los kilómetros recorridos por Francisco Martínez y Pablo de Tarso, puede que no hubiese mucha diferencia entre ambos.
Lo importante de ser constantes
De todo el contenido de la obra se desprende que España es como es, tierra de difícil evangelización, ya sea en tiempos de paz o de guerra, con Monarquía o con República, con libertad y sin ella. Porque aquí no valen prédicas multitudinarias, ni festivales musicales, somos un país de amplios terrenos áridos y cauces fluviales estrechos, cualquier semilla perece si no se riega con suficiente continuidad. Y así somos también para recibir la Palabra de Dios, necesitamos mucha dedicación y de la misma manera que la lluvia torrencial hace perder la cosecha, los españoles fructifican mejor mediante lluvia mansa y a intervalos sucesivos. Cada ración de agua debe penetrar hasta lo más profundo del corazón, antes de verla germinar. Sobre las iglesias filiales, que a lo largo de los años han ido surgiendo en distintos pueblos de la comarca, también el libro nos proporciona datos fidedignos.
Como decía al principio, acercarse a conocer la Iglesia de Archena y leer la Historia de esa Asamblea, marcan un antes y un después, con la inolvidable oportunidad de abrazar a Francisco, a Aurora y a su bendecida familia. Hay algo especial en ese lugar, y cada domingo cuando ellos entran en la Iglesia de Archena, a los allí congregados nos parece escuchar una orquesta celestial haciendo sonar los compases de la marcha nupcial de Medelssohn. Ya sabemos que en las bodas normales esa marcha se toca a la salida de la iglesia, pero en la vida de Francisco y Aurora nada se ha ajustado a la normalidad y en el cielo los ángeles lo saben…..
Para acabar, me vienen a la mente los versos de Fray Luís de León, porque los esposos Martinez-Díaz decidieron separarse del mundanal ruido, “para seguir la escondida senda de los pocos sabios que en el mundo han sido”.