En el libro de los Hechos Pablo recibe una visión en sueños que le marcó notablemente y cambió sus planes con respecto al futuro, un macedonio lanza una petición de socorro: “Pasa a Macedonia y socórrenos” (Hechos 16:9). Europa necesitaba con urgencia que el evangelio fuese predicado en sus tierras y Grecia se convierte en el nuevo campo de batalla misionero. El Espíritu Santo le impulsa al permitirle escuchar a un europeo y siente la llamada del Señor por medio de aquellas palabras. El corazón de Pablo dispuesto a obedecer a Dios y su sensibilidad para alcanzar a aquellos que no conocen el evangelio hará el resto.
La mirada de Pablo se extendía cada vez más hacia Occidente. Pablo desea visitar Roma, pero teniendo claro que Pedro ya había sembrado el evangelio allí, dando lugar a una iglesia bien establecida y él no edificaba sobre fundamento ajeno (Romanos 15:20). Por lo que el gran proyecto de Pablo era visitar España (Romanos 15:28), llegar hasta “el fin de la tierra”, como era conocido “Finisterre”, derivado del latín “finis terrae”, aunque Filóstrato localiza este fin en Gades (Cádiz).
Pablo tenía muy presentes las palabras proféticas del Salmo 19:4 al citarlo en Romanos 10:18: “A toda la tierra alcanzó su pregón, y hasta el extremo del mundo su lenguaje”. Indudablemente, los límites occidentales estaban en Hispania.
La pregunta que nos hacemos con todo el interés que debería suscitar entre nosotros, siendo españoles, es si realmente existe alguna posibilidad de que Pablo culminara este proyecto, dado que no tenemos constancia bíblica sobre esta cuestión, ni tampoco sobre muchos de los viajes que realizaron el resto de los apóstoles para extender el evangelio.
Pablo escribe a los romanos probablemente desde Corinto, quiere estar con ellos antes de tomar rumbo a España, pero antes debe llevar una ofrenda a Jerusalén (Hechos 19:21). En Jerusalén le detuvieron, por lo que permaneció dos años en Cesarea y dos en Roma. Algunos comentaristas como William Barclay, creen que así se cerró la puerta a su propósito de alcanzar España, pero como vemos en el libro de los Hechos, sus “prisiones y tribulaciones”, ya habían sido reveladas previamente por el Espíritu de Dios, el apóstol lo había asumido para acabar su carrera con gozo, y el ministerio que había recibido del Señor, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios porque no tenía temor a la muerte (Hechos 20:22-24; Hechos 21:10-14). Sus prisiones y dificultades, no fueron ninguna sorpresa para él mientras cumplía el plan de Dios.
¿Qué fue de Pablo?
El libro de los Hechos termina un tanto abruptamente con el primer encarcelamiento de Pablo en Roma. Lucas deja de escribir y no hay referencias a los últimos días de Pablo, salvo la seguridad de que fue encarcelado por segunda vez en Roma antes de morir y terminar su carrera tal y como se describe en la segunda carta a Timoteo. Según diversas tradiciones, Pablo murió entre los años 67-68 d.C. en Roma. En el libro de los Hechos encontramos previamente el encuentro favorable de Pablo con un cordobés, Galión, hermano del gran filósofo Séneca, quien según un detalle encontrado en una lápida de Delfos (1905), fue procónsul de Acaya entre el 51 y 52 d.C. (Hechos 18:12-17), por lo que el primer encarcelamiento de Pablo en Roma pudo concluir sobre los años 62-63 d.C, aunque algunos lo sitúan anteriormente. En cualquier caso, durante el intervalo de tiempo entre los años 62 y 68 d.C., Pablo desarrolló más actividad de lo que Lucas recoge en el libro de los Hechos hasta ser encarcelado por última vez en Roma.
Hay un fragmento del s. II, conocido como “Muratori”, encontrado en el s. XVIII en la biblioteca Ambrosiana de Milán que contiene el canon de los libros del Nuevo Testamento reconocidos como autoritativos en la Iglesia de Roma en aquel tiempo, y al mencionar el libro de los Hechos, dice sobre Lucas: “lo que ha sucedido en su presencia, como lo declara evidentemente el hecho de que pase por alto el martirio de Pedro y el viaje de Pablo desde Roma a España”. Teniendo en cuenta esto, y viendo como Lucas plasmó todo lo que conoció, algunos piensan que su muerte se produce tras el primer encarcelamiento del Pablo en Roma, y que incluso esa podría ser la tristeza previa a la enfermedad de Epafrodito a la que alude Pablo en Filipenses 2:27. La duda es si el Lucas al que Pablo se refiere cuando dice que “Sólo Lucas está conmigo” (2ª Timoteo 4:11) es el médico amado. Si es el mismo, entonces Lucas tomó un camino diferente al del apóstol tras el primer encarcelamiento hasta volver a encontrarse en Roma cuando Pablo iba a morir, sin haber estado junto a él durante unos años.
Testimonios extrabíblicos
Clemente de Roma fue contemporáneo de Pablo y escribe a los corintios: “Por siete veces fue cargado de cadenas; fue desterrado, apedreado; hecho heraldo de Cristo en Oriente y Occidente, alcanzó la noble fama de su fe. Y después de haber enseñado a todo el mundo la justicia y de haber llegado hasta el extremo de Occidente, y dado testimonio ante los príncipes, salió de este mundo y marchó al lugar santo, dejándonos el más alto dechado de paciencia”.
Para algunos, la palabra utilizada para “extremo”, también podría ser “meta”, pero como vemos en las Escrituras, su meta nunca fue un lugar que ya había sido evangelizado, todo lo contrario, tal y como leemos en la epístola a los Romanos quería llenar del evangelio todo el mundo conocido. Por tal motivo, había llegado hasta el Ilírico (la antigua Yugoslavia), pero no se conformaba con esto (Romanos 15:19).
En otros textos de los Padres de la Iglesia, podemos leer a:
- Jerónimo: “Pablo fue puesto en libertad por Nerón para que predicase el evangelio de Cristo también en las regiones occidentales, como él escribe en la segunda carta a Timoteo cuando padecía en la cárcel, desde donde dictaba la carta… / … viajó llevado en naves extranjeras, por Panfilia, Asia, Macedonia y Acaya, por diversas islas y provincias; hasta Italia también, y, como él mismo escribe, hasta España”.
- Atanasio en su carta a Draconcio: “ Por esto, ese ardor de santos de ir a predicar hasta el Ilírico y el no dudar de marchar hasta Roma y embarcarse hasta España, trabajando al máximo para alcanzar mejor recompensa”.
- Cirilo de Jerusalén: “ Llevó el evangelio desde Jerusalén hasta el Ilírico, catequizando incluso la Roma imperial y extendiendo hasta España el deseo de predicar”.
- Juan Crisóstomo: “No está quieto en un lugar, sino que va desde Jerusalén hasta el Ilírico, y marcha a España y por todo el mundo como llevado por alas”. “Después de estar en Roma, de nuevo se fue a España”. “Dos años estuvo preso en Roma; después fue puesto en libertad. Después marchó a España y bajó a la Judea, donde visitó a los judíos. Y entonces de nuevo marchó a Roma, donde pereció bajo Nerón”.
- Epifanio: “Pablo llegó a España; Pedro recorrió muchas veces el Ponto y la Bitinia”.
- Teodoreto de Ciro: “Y se cumplió lo predicho: escapó primero de la ira de Nerón, como lo expresó en la carta a Timoteo; dice así… (2ª Timoteo 4:16-17). Y la historia de los Hechos nos enseña que primero estuvo en Roma dos años, habitando en su casa alquilada; y de allí marchó a España, transmitiendo el divino evangelio a los de allí; volvió y entonces fue decapitado. Habiendo narrado esto de sí mismo, pasa a hacer la exhortación”.
También encontramos un texto apócrifo, “Los Hechos de Pedro”, escrito a finales del s. II en Palestina o Siria, donde por tres veces se dice que Pablo visitó España, mencionando que cuando Pablo terminó su primer encarcelamiento en Roma, salió a la orilla del Tíber hacia Ostia Tiberiana donde le acompañan no pocos cristianos de Roma, pero una tempestad retrasa el viaje varios días, por lo que avisan a más cristianos que acuden a despedirle antes de zarpar para España.
Rutas hacia España
Para viajar a España, había varias posibilidades, encontrarse en Roma facilitaba muchísimo las cosas porque trasladarse a España era tremendamente fácil. Si se hacía por tierra, la vía Aurelia pasaba por el sur de Francia hacia los Pirineos hasta conectar con la vía Augusta (La Junquera, Tarragona, Levante, Córdoba, Sevilla y Cádiz). Sin embargo, era mucho más rápido por mar, algo a lo que Pablo estaba muy acostumbrado. En este caso, existían dos inmejorables rutas:
A) Desde Ostia a Tarragona, de primavera a otoño eran 4 días.
B) Desde Ostia a Cádiz, según Plinio, otro contemporáneo de Pablo, eran 7 días.
Además de esto, en el caso de llegar a Tarragona, se contaba con otra ruta marítima hasta Cádiz.
Otras evidencias
Ireneo de Lyon nombra sobre el 180 d.C. de forma genérica a las iglesias en España como “Las de Iberia” y en el 202 Tertuliano enumera entre los países cristianizados “todos los confines de las Españas”. También contamos con una carta sinodal datada a fines del año 254 o comienzos del 255, firmada por Cipriano, obispo de Cartago, y 36 obispos africanos participantes en el sínodo, dirigida al presbítero Félix y a las comunidades cristianas de León y Astorga, así como al diácono Elio y la comunidad de Mérida.
Hay constancia de que en Tarragona hubo una comunidad cristiana con cementerio propio sobre el 259 d.C., y tras ser el cristianismo religión oficial, en Barcelona encontramos vestigios de bautisterios de gran tamaño para bautismos por inmersión en edificios anexos a las iglesias en el s. V. como ocurre en la ciudad de Tarrasa, o en las ruinas de la antigua ciudad de Barcelona, antes Barcino, que da a entender cómo en siglos anteriores esas prácticas se dieron en la clandestinidad.
Por otro lado, hay constancia de que en la Bética, concretamente en la ciudad de Granada, se desarrolló el denominado Concilio de Elvira (Illiberis), sobre el 303 d.C., antes de otros en Francia, Roma u Oriente. A este Concilio asisten 19 obispos y 24 presbíteros de muchas zonas de Andalucía como Urci (Huércal), Acci (Guadix), Illiberis (Elvira, Granada), Iliturgis, (Andújar), Sevilla, Córdoba, Martos, Baza, Málaga, Montoro, Osuna, Astigi (Écija), Ronda o Cabra. Entre los cánones, se establece que:
- El matrimonio cristiano se considera indisoluble (ni siquiera por adulterio).
- Los obispos, diáconos y presbíteros, y clérigos en general, no debían casarse.
- Los cristianos no debían casarse con judíos.
Por tal motivo, es bastante factible que sobre el siglo II, hubiese alguna traducción de los libros de la Biblia reconocidos como inspirados hasta ese momento al latín anterior a La Vulgata que circulara por la Bética donde sólo se hablaba esta lengua.
La primera persecución conocida en España fue la de Decio, a mediados del siglo IV, cuando algunos cristianos apostataron por temor al tormento o simularon, mediante un certificado falso (libellus), que habían sacrificado a los dioses. La decisión de los “cristianos libeláticos” (libellatici) fue considerada por la Iglesia como verdadera apostasía.
Todo lo descrito anteriormente es impensable si el Cristianismo no hubiese comenzado en la Península mucho tiempo antes y parece bastante probable que Pablo fue el precursor. Su espíritu misionero debería incentivarnos a seguir su estela cumpliendo con nuestra de misión de ir por todo el mundo y predicar el evangelio “hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).
Bibliografía
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- La Historia secreta de la Iglesia Católica en España. César Vidal. Ediciones B. 2014.
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