Acabo de enterarme que el próximo sábado día 13 de Marzo se va a celebrar en Madrid un concierto dizque cristiano, a cargo de un cantante mejicano llamado Jesús Adrian Romero y otros músicos, en lo que se presenta como ‘un tiempo de celebración’ (entiéndase esto el lenguaje hispano cristiano).
Al enterarme de los detalles mi sentimiento ha sido de indignación y de pena. De indignación porque con el pretexto de “despertar en alabanza y adoración –supongo que hacia Dios- en el mundo de habla hispana… y como fin provocar un impacto y un cambio en las personas de una forma fresca natura y relevante” –signifique esto lo que quiera significar, que yo lo desconozco- , se promociona a una corporación mercantil de la que este cantante es propietario, llamada Vástago Producciones, dedicada a la producción y distribución de música góspel.
La organización del evento en España corre a cargo de otra sociedad mercantil llamada VisionArte & Pro, dedicada a la promoción y montaje de espectáculos y conciertos de músicos que interpretan canciones de contenidos cristianos.
A partir de aquí, como entre entes mercantiles estamos navegando, la cosa no tiene más de espiritual que aquellos contenidos que conformarán la estrategia de marketing que se requiere para aproximarse a la clientela a la que van dirigidos. Es decir, las letras de las canciones y los discursos que se emplean. Pero el fondo de estas empresas es obtener resultados económicos satisfactorios, es decir: beneficios.
Así que no es de extrañar que en la consecución de ese objetivo, en el concierto de Madrid se divida el recinto por zonas y se vendan entradas más caras para ciertas zonas VIP (las destinadas a los very important people- los personajes importantes), que por supuesto ocupan los mejores lugares y separadas de aquellos menos pudientes que no tienen recursos para acceder a estos. Los pobres y parados que no tengan 18 euros, se quedarán sin poder “despertar en alabanza y adoración”, y sin alcanzar “ese cambio de forma fresca, natural y relevante”. Incluso los niños a partir de 3 años tendrán que pagar 13 euros si quieren asistir. Porque esto es un negocio y en los negocios el dinero es el dinero. El que lo tiene puede disfrutarlo y el que no lo tiene pues para su casa.
A mi no me parecería mal que estos negocios se monten a semejanza de los que monta el mundo, en todos los sentidos estéticos y mercantiles. Lo que me llena de indignación es que se sugiera el nombre de Dios para atraer clientela. Que pastores y líderes les hagan la promoción gratis desde los púlpitos (se ve que la gente no espabiló con la experiencia de aquella película de Gibson que iba a convertir al mundo al evangelio, aunque el resultado más visible fue convertir a Gibson de rico en más rico). Y todo ello para una presentación completamente alejada de los principios y valores cristianos.
Oiga, es que cantan lindo y las letras son hermosas. ¡Pero espabila hombre!, quienquiera que seas que argumentes esto. ¿No comprendes que si la música fuese horrorosa, el cantante no tuviese facultades y las letras fuesen horribles no podrían trabajarse en “este mercado”, ni sacar beneficios, y pondrían a otros?
Al escribir este artículo he podido experimentar algo de lo que experimentó San Pablo cuando le llegaron las noticias de cómo unos ciertos cristianos –que el luego calificó de pseudoadelphos ó falsos hermanos- habían comido el ‘tarro’ a los creyentes de Galacia, de tal manera que ya se habían olvidado de la gracia y estaban dispuestos a esclavizarse bajo la ley mosáica. Con cuatro frases sin duda de corte religioso y sensiblero, repetir unas cuantas veces el nombre de Jesús, ya se habían olvidado de toda la doctrina en la que habían sido instruidos, del cambio de mente a los valores cristianos experimentado en su conversión. En vista de lo cual el apóstol tiene que decir que le parece que todo su trabajo entre ellos fue tiempo perdido (Gálatas 4:11). Y ahora que les escribe, lo hace arriesgándose a que le vean como un enemigo por decirles la verdad (Gálatas 4:16).
Yo no sé si este cantante y muchos otros que funcionan como él, así como todos los que montan estos números por el mundo adelante son cristianos de verdad, ni me importa. Lo que si sé es que un montaje de este tipo no es cristiano, lo organice quien lo organice. Va contra los principios cristianos que dicen que Dios ha elegido a los POBRES del mundo para que sean ricos en fe (Santiago 2:5). Y los pobres están excluidos de este acto. Se que Jesús dijo que permitiesen a los niños acercarse a él, y aquí si no pagan no pueden entrar. Se que las bendiciones que se prometen no provienen de Dios, porque Dios da a todos abundante y gratuitamente. Sé que los ricos no ocupan lugares preferentes entre la iglesia de Dios, y aquí si lo ocupan. Sé que Dios se distingue porque no hace acepción de personas y aquí se hace. Y que todo el que hace acepción de personas como aquí, comete un pecado (Santiago 2:9). Sé que Dios trata a los pobres con justicia, y aquí si no tienes una importante cantidad de dinero estás excluido (Isaías 11:3 y 4). Se que Dios dice que demos de gracia, puesto que de gracia hemos recibido (Mateo 10:8), y aquí se cobra y bien.
Estoy convencido de que el Señor Jesucristo no iría a un acto como este. Primero porque era tan pobre que no tenía ni donde recostar su cabeza, así que ya no le dejarían entrar sin pagar. Pero en segundo lugar, el celo por las cosas espirituales le consumía, y seguro que volvería a hacer un látigo de cuerdas para derribar las mesas de los cambistas que comercian y explotan a los pobres con el pretexto de brindar servicios de utilidad espiritual.
Pero además la pérdida del norte de todos los que montan estos tinglados es tal que anuncian sorteos entre los asistentes cuyo primer premio consiste en agraciar a cinco para acercarse y conocer en persona al cantante y a su banda en el backstage. ¡Que honor! ¿Pero quiénes se creen que son? ¿Pero que premio es ese? ¡No se dan cuenta que los que hemos creído en Cristo nos hemos acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, y a Jesús, el mediador del nuevo pacto!(Hebreos 12:22-24). ¿¡Y prometen como premio espectacular ser los privilegiados que pueden conocer a hombres pecadores como nosotros…!? ¿Y qué se suponer que deben hacer los agraciados, arrodillarse y besarles los pies? ¡Con lo que pagan, lo menos que podían hacer era ponerse ellos a la puerta y besarles la mano a los que han hecho un esfuerzo económico tan grande para ir a verles!
¿Cómo puede haber tanta ceguera espiritual para no reconocer en estos tinglados a una pandilla de listos que se aprovechan y viven bien a cuenta de un ejército de ingenuos e inmaduros en la fe, que ya debieran ser maestros para no solo no caer ellos sino capaces de prevenir a otros, y sin embargo ahí andan de tumbo en tumbo sin madurar? Hay miles de personas que dicen que son creyentes, pero no conocen a Cristo, ni las Escrituras, ni tienen idea de su posición espiritual, tampoco saben discernir los espíritus, y son fácil pasto de listos que por avaricia hacen mercadería –mercadotecnia- de ellos con palabras fingidas, como ya hace 20 siglos que advirtió el apóstol Pedro (2ª Pedro 2:3).
¿Y qué decir de los líderes que promueven estos actos en sus congregaciones? ¿No se quedan como ciegos guiando a ciegos? Los argumentos mas socorridos son que estas personas tienen un don. ¿Un don? ¡Un don es un regalo que otorga el Espíritu Santo, y estos regalos no se venden por dinero, salvo aquellos que son profetas del corte de Balaán! Además todos los creyentes recibimos algún don. Siendo que los dones ‘menos decorosos’, como los llamaba san Pablo, en la economía de Dios son los más necesarios y los que tienen que recibir más honor (sería bueno recomendar nuevamente la lectura de 1ª Corintios 12:22-25). También se argumenta que estas personas que cobran luego son generosas y ayudan a los necesitados. El argumento es torticero, porque ayudan con el dinero que sacan a otros indebidamente. Si los que dejan su dinero en los conciertos lo mantuvieran en sus bolsillos también podrían emplearlo en ayudar a necesitados y ser bienaventurados por su generosidad, mientras que al no tenerlo ya no pueden recibir esa bendición.
Y si arguyen que es un espectáculo de ocio y esparcimiento como otro cualquiera, pues que no engañen a la gente con promesas de beneficios espirituales, sino que los creyentes se deben distinguir por andar en luz, y su propaganda a las claras debe informar sin ningún genero de dudas que no es algo más que un espectáculo comercial de música góspel.
Si dicen que no hay mal alguno en poner zonas VIP, como hacen todos los cantantes no cristianos en sus conciertos, yo les diría que un cristiano no hace las cosas siguiendo al mundo, sino a Cristo. Al apóstol Pablo los otros apóstoles solo le encargaron una cosa, que se acordase de los pobres, y dice que fue su ocupación diligente (Gálatas 2:10). En el sistema de los que son de Cristo, las plateas y los lugares más privilegiados serían gratis (‘de gracia’) para los más pobres y para los que están en paro y no pueden pagar ninguna entrada, acordándonos de la gracia de nuestro Señor Jesucristo que tuvo para nosotros que éramos los más pobres perdidos y nos salvó, y nos sentó ¿donde? ¿En el ‘gallinero’ sin numeración? No. En los lugares celestiales con Cristo. Aleluya.
Así que quiero terminar con dos frases: Listillos, dejen de esquilmar al pueblo de Dios en su nombre; Tontos, espabílense de una vez por todas.