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El amor al dinero puede hacer que algunos se extravíen de la fe
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Todos y cada uno de nosotros, cristianos y no cristianos, hemos oído hablar de Judas Iscariote. A través de las Escrituras conocemos el tipo de personaje que fue, y sobre todo lo que hizo. En el ámbito no cristiano se utiliza la palabra Judas para definir el más alto grado de traición. Ser un “Judas” significa ser un embustero, engañador, vil traidor y mezquino. Por esta razón, nuestra imagen de Judas (como cristianos) es muy similar a la que el mundo tiene de él, sin darnos cuenta de que puede que tú, mi querido hermano, puedas estar albergando el corazón de Judas. No te escandalices, no te estoy llamando traidor. Vayamos a las Escrituras para ver lo que realmente movía el corazón de Judas.

     San Juan 12:3-8 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. 4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: 5 ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? 6 Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. 7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. 8 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis.

     Seguro que reconoces este pasaje, en el que María, la hermana de Marta y de Lázaro (al que el Señor había levantado de los muertos), derrama sobre el Señor Jesús un bote de unos 330 ml de un carísimo perfume. Este perfume se usaba en las fiestas con el único fin de refrescar y causar sensación de alegría al ungido en medio de un ambiente cargado de una fiesta con muchos comensales, un gesto muy apreciado en la cultura oriental. Tal fue el amor de María hacia el Señor Jesús que no le produjo ningún tipo de reparo verter todo un perfume de 300 denarios sobre su cabello y sus pies (Mateo 26:7Lucas 14:3).

     Pero hay que hacer hincapié en el valor de dicho perfume. La Palabra dice que tenía un valor de 300 denarios. Teniendo en cuenta que un denario equivalía, por lo general, al salario diario de un jornalero, y a día de hoy, en España un recolector de aceitunas cobra unos 40€ la jornada y un vendimiador asciende a unos 50€, podemos hacer una equivalencia actual aproximada de unos 12000€ a 15000€ (dependiendo, evidentemente del valor del jornal). Pues bien, aquí tenemos a María derramando un perfume de 15000€ sobre el Señor Jesucristo, a lo que interviene Judas Iscariote escandalizado: “¿Por qué no fue este perfume vendido por ‘15000€’, y dado a los pobres?” (San Juan 12:5) A primera vista, muchos de nosotros podemos estar de acuerdo con lo que dice Judas, lo lógico sería vender ese perfume tan caro y repartirlo entre los más necesitados. Pero en el versículo 6 está la clave: San Juan 12:6 Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.

     Mi querido hermano, lo que más caracterizaba a Judas es que era ladrón. La razón por la que aparentaba preocuparse por los débiles no era porque realmente lo sintiese, sino que como dice el versículo, la idea era sustraer del capital. Probablemente hubiese repartido los bienes entre los pobres si el Señor le hubiese dado la razón, más que nada para cumplir con su palabra, pero como nos relata el texto, se hubiese llevado una “pequeña” comisión de la venta del perfume. El gran problema de Judas no era la traición, sino el amor al dinero. La codicia y la avaricia le empujaron a traicionar a Jesús por 30 piezas de plata, pero insisto, su mayor pecado era el amor al dinero, de lo cual habla también el apóstol Pablo (1ª Timoteo 6:10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.)

     Ahora bien, ¿existe el corazón de Judas en medio de los cristianos en la actualidad? Lamentablemente sobreabunda. ¡Cuánto amor al dinero! ¡¡¡Y qué enorme desprecio al evangelio y a la cruz de Cristo!!!

     Seguramente estarás de acuerdo conmigo de los abusos económicos de algunos telepredicadores ó algunos pastores de ciertas iglesias, pero si te digo que se comete el mismo abuso o incluso mayor en los megaconciertos “cristianos” de ciertos cantantes seguramente me dirás: “Alto, alto, para el carro, ¿quién eres tú para juzgar?” Y la respuesta es: nadie. No soy juez, ni pretendo serlo, porque sólo hay un juez supremo cuya justicia escapa a toda lógica y entendimiento, sin embargo es la única verdad. De su juicio nadie podrá escapar y todos tendremos que comparecer algún día ante Él. Simplemente soy cristiano, es decir, seguidor de Cristo. Y como cristiano es mi deber y responsabilidad probar a los espíritus si son de Dios o no. Analizar a la luz de la Palabra a todo aquel que se dice ser cristiano para ejercitar el discernimiento espiritual sobre aquello en lo que Dios se complace y aquello que Dios aborrece con todas sus fuerzas. (Si te resulta difícil imaginarte al Dios bondadoso y caritativo que tú te has creado en tu mente, aborreciendo algo, porque “Él es un Dios de amor” escudriña el carácter INMUTABLE de Dios en Salmo 5:4-611:5-7Proverbios 6:16-19Apocalipsis 2:6; para empezar…)

     Puesto que tuve la oportunidad de asistir al concierto de Jesús Adrián Romero el sábado 13 de marzo de 2010, tengo la responsabilidad de examinar si lo que pasó allí realmente fue una obra del Espíritu Santo o fue una obra de hombres.

     En primer lugar el ambiente que se respiraba no se diferenciaba en nada con el ambiente previo de un concierto de cualquier cantante del mundo. Ya que mientras íbamos tomando nuestros asientos y el recinto se iba llenando cogieron el micrófono dos personajes, que al parecer estaban a cargo de la organización de todo el tinglado, y empezaron a utilizar los típicos trucos para animar a la gente, dando la bienvenida y aprovechando para promocionar su propia página web. Me llamó la atención que se insistiera una y otra vez con que contábamos con un invitado muy especial en esa noche. Resultó que ese invitado era Cristo, lo cual me produjo risa al mismo tiempo que profunda tristeza, pensando “No señores, Cristo se quedó fuera, por no poder comprar la entrada.” El acto estuvo precedido con la “predicación” de Juan José Cortés, más conocido como el padre de Mariluz. Todos conocemos su historia y cómo el Señor le ayudó en esos momentos tan trágicos de su vida y la de su familia, y gloria a Dios por su testimonio. Sin embargo las palabras que dijo este hermano en ese momento no fueron muy afortunadas. “Hoy es un día especial, porque más de uno se va a encontrar con la Palabra de Dios” “He venido a traer la palabra de Salvación a aquellos que lo necesitan” Fueron algunas de las Palabras de este hermano, pero da la casualidad de que las personas que realmente necesitaban de las palabras de Salvación no estaban en aquella sala sino fuera. Seguidamente hizo una invitación para “aceptar a Cristo en tu corazón como tu Salvador personal”, ante lo cual estaba atónito porque no había explicado absolutamente nada acerca del evangelio de Cristo. Sin mencionar la cruz, ni el arrepentimiento, ni la nueva vida en Cristo, ni las consecuencias del pecado, ni la vida en santidad, directamente pidió a aquellas personas que querían recibir a Cristo en su corazón que se pusieran de pie, para hacer una oración por ellos y decirles “el Señor os bendiga”. ¿Debo decir Amén o más bien rasgar mis vestidos ante la ignorancia de la propia Iglesia? ¡¿A qué hemos reducido el verdadero evangelio de poder del que predicaron los apóstoles y los verdaderos siervos de Dios?! Hoy se ha convertido en una mera oración, en una “fórmula mágica”, que repites como un mono sin cerebro y después, ¡bienvenido a la familia de Dios! ¡¡Pero qué aberración!!

      ¿Dónde están aquellos que predican el verdadero evangelio de Cristo? El mensaje de arrepentimiento, quebrantamiento y nueva vida en el poder del Espíritu, luchando contra el pecado. El camino angosto y lleno de tribulaciones para que en medio de mis debilidades triunfe el poder de Cristo, menguando yo y creciendo Él, no viviendo YO mas viviendo CRISTO en mí. ¿Dónde está? Porque el resto del concierto fue más de lo mismo. Porque aunque musicalmente he de decir que son unos profesionales y que sonaba todo realmente bien, en cuanto al mensaje que se dio fue totalmente nulo. Una cruz presidía el escenario, pero en más 2 horas de concierto no se hizo ni tan solo una mención sobre la cruz de Cristo. Todas las canciones hablaban de los sentimientos hacia un Dios que me bendice. “Ayer te vi”, “Quiero estar cerca”, “Escalera a las nubes”, “El brillo de mis ojos”, “Aquí estoy yo”… Fueron algunos de los títulos de las canciones, en los que insisto, una vez más la cruz de Cristo brillaba por su ausencia. Habría mucho que comentar acerca de aquel concierto, pero la “guinda del pastel” la colocó el propio cantante cuando a poco de finalizar el concierto suelta una perla como esta: “Dios se deleita en ti, no puedes decepcionarle. Imagina que vas a pecar el martes, Dios se sigue deleitando en ti, porque Él te ama por encima de todo” Si en esa sala se encontraba gente que vivía en fornicación, en trámites de separación, en pleitos y contiendas, en estafas, en mentiras, en adicciones, en odio… El mensaje que recibieron fue: “No pasa nada, Dios se sigue deleitando en ti” Y los “cristianos” de aquella sala gritando Amén, y aplaudiendo, qué panorama… Amigo, Dios es un Dios Santo y tú y yo somos basura podrida por causa de nuestro pecado. Dios no se puede deleitar en el pecado porque Él es Santo. Él solamente se deleita en su Hijo y el único motivo por el cual Él podría deleitarse en ti es porque se deleita previamente en aquel que fue clavado, y al someter nuestras vidas ENTERAS a lo que pasó en aquella cruz podemos decir que Dios se deleita en nosotros, pero porque nos mira a través del filtro de la cruz, sin la cual sólo nos podría mirar en ira, juicio y castigo. Pero sólo por la cruz nos puede mirar en misericordia, amor y deleite. Y permíteme decir una cosa, una persona que ha abrazado la cruz de Cristo en su vida y cada día se niega a sí mismo, carga con su cruz y sigue a su Salvador no piensa más en pecar, sino que aborrece con toda su vida el pecado que antes tanto amaba. Esa es la verdad del evangelio de Cristo, pero algunos han sustituido la Verdad por el engaño, y miles y miles de “cristianos” están sumergidos en el camino ancho que lleva a la muerte, y lo más triste de todo es que se dirigen al infierno con sus Biblias bajo el brazo. Despierta Iglesia, por favor, despierta de una vez…

     Quizá hayas oído que a Jesús Adrián Romero le invitaron a que tuviese un concierto en septiembre del año pasado 2009. Al final se suspendió, o más bien se pospuso para este año 2010. ¿El motivo? Porque estaba a punto de sacar un álbum y prefería esperar para aprovechar y promocionar su nuevo disco. Eso es, así es como actúa un verdadero cristiano, promocionándose a sí mismo, en lugar de moverse por amor a las almas que se pierden. No mezclemos las cosas. Sería una temeridad por parte de este señor afirmar que sus conciertos son para la gloria de Dios y para proclamar el evangelio, cuando estas cosas demuestran que le mueve más el amor a sí mismo. Ya que no me imagino al apóstol Pablo escribiendo a la iglesia de Tesalónica diciendo: “Estoy deseando ir a vosotros, pero voy a esperar un poco, ya que estoy desarrollando un nuevo tipo de tienda más fácil de montar y mucho más amplio, en el que podréis tener reuniones en el nombre de nuestro Señor. Pero tranquilos, os haré una oferta especial como hermanos en la fe…” ¡¡¡NO!!! El motor del apóstol Pablo era el amor a las almas y a la Iglesia de Cristo, por la cual se sacrificaba como ningún otro, al mismo tiempo que se consideraba a sí mismo como el menor de los apóstoles, sirviendo más que ninguno en toda humildad y sometimiento a la dirección y el poder del Espíritu Santo.

     Quizá te sientas incómodo, o incluso ofendido, mi querido hermano, por las palabras que estoy dirigiendo a uno de tus cantantes favoritos. Pero ten mucho cuidado en dejar aflorar cualquier clase de idolatría en tu corazón, recordando lo aborrecible que es delante de Dios. No seamos tan insensatos como para desarrollar el problema que hubo en la iglesia de Corinto cuando hubo disensión y contiendas entre los hermanos porque decían entre sí: “Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas…” (1ª Corintios 1:12) Puede que te apasione la música de Jesús Adrián, ó de Marcos Witt, ó de Marcos Vidal. Ciertamente no sé de quién eres, pero yo soy de CRISTO, porque fui comprado con su sangre y es a Él, y sólo a Él, a quien debo toda gloria y honra, porque además Él es Digno de ser alabado.

     Todos necesitamos quebrantarnos y exhortarnos a la luz de la Palabra de Dios. Todos, empezando por un servidor e incluyendo a los cantantes evangélicos y los predicadores de multitudes. Para que cuando haya alguna actitud o fruto que no sea propio de un siervo de Dios, podamos exhortarnos en el amor y en la verdad de Cristo.

     Si estas palabras de exhortación te provocan acidez, examínate a ti mismo y comprueba dónde estás. Porque si mal no recuerdo, el mismísimo Simón Pedro fue reprendido duramente por el apóstol Pablo en presencia de toda la congregación a causa de la hipocresía de él (Pedro) y de sus discípulos al comer con los gentiles en ausencia de los judíos, pero cuando vinieron algunos de parte de Jacobo se abstuvieron por miedo a los de la circuncisión. (Gálatas 2:11-21)

     Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. 2ª Pedro 3:17-18

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