En palabras de Jesús, “el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al esposo” (Mateo 25:1). Se trata de la tercera parábola de vigilancia, más extensa que las dos anteriores y a la vez más clarificadora. Jesús nos traslada a un ejemplo conocido por los oyentes, una boda hebrea. En estos casos, el padre del novio le buscaba una novia, después llamaba a su hijo para firmar un contrato o compromiso de desposorio ante testigos en el que se fijaba la fecha de la boda. El día de la ceremonia el novio salía a buscar a la novia con el fin de llevarla a la casa donde se celebraba el banquete con un cortejo de amigos y amigas, pero en ocasiones como da a entender este relato, la novia esperaba la llegada del novio en la casa del banquete. En estos casos, con falta de alumbrado normalmente si era tarde, las lámparas encendidas iluminaban el recorrido y llamaban la atención de los que se asomaran. La boda duraba varios días.
Contexto histórico
Durante muchos años se pensó que esta parábola no reflejaba las costumbres de la época. La cuestión de celebrarla a altas horas de la noche y el retraso del novio eran ejemplos difíciles de encajar. De este modo, se podría pensar que este relato se escribió tiempo después, y no se debe al autor del evangelio. Sin embargo, Joachim Jeremías y otros autores, demostraron que estas objeciones carecían de fundamento. La forma de celebrar los casamientos variaba según las regiones, sobre todo tras la destrucción del templo, donde poco después se prohibieron tamboriles y la corona del novio. Más tarde, en el 117 d.C., se prohibió la corona de las novias y en el 135 d.C., se dejó de realizar el traslado de éstas en camillas, a modo de las que utilizaban algunos nobles y reyes para el transporte, según revela Antonio Cruz. En ocasiones, cuando la novia esperaba directamente en la casa del banquete al novio, éste todavía gestionaba con los familiares de la novia los regalos que se les ofrecían a modo de regateo. Así, a veces con cierta tardanza, el esposo llegaba y un portavoz anunciaba su venida a la casa de la fiesta.
Del mismo modo, algunos autores piensan que las lámparas en realidad eran antorchas con trapos impregnados de aceite, más que lámparas de barro cocido de las que han llegado hasta nosotros muchos fragmentos de ese tiempo.
Las vírgenes
Quizá la identificación de las vírgenes es lo que más ha preocupado a algunos exegetas al intentar encajar determinadas interpretaciones escatológicas. Muchos consideran que las vírgenes no pueden considerarse cristianos verdaderos y nominales en las iglesias porque la parábola debe centrarse en Israel. Lo curioso es que después, en general aplican el texto a la Iglesia. En cualquier caso, según esta línea de interpretación, la Iglesia nunca puede ser comparada con varias vírgenes, sino con una sola (2ª Corintios 11:2). Esta interpretación plantea dos problemas:
A) En las Escrituras, Israel también es considerado como una virgen (Amós 5:2).
B) En todo caso, tendríamos que relacionar a la Iglesia con la novia, no tanto con el cortejo de doncellas, y ésta no figura en estos versículos.
Quizá sea más interesante el número diez simbolizando plenitud, tal y como vemos al hablar de jueces (Rut 4:2) o de días (Apocalipsis 2:10). Esa cifra permite realizar una división exacta y equilibrada, dando fuerza al significado del mensaje, donde al igual que en el juicio a las naciones que se abordará más tarde, separa con claridad a los que son auténticos y a los que no.
Lo esencial
Es fácil perderse en los detalles, interpretando que se duerman las doncellas, la tardanza del novio, si el aceite es el Espíritu Santo como en otros textos bíblicos, pero el énfasis recae en la lección principal, es decir, la prudencia por medio de la preparación y vigilancia. En este caso, al igual que ocurrió en el huerto de Getsemaní con los discípulos, el cansancio puede derivar en sueño y dormitar, pero si hay una preparación previa, no hay nada de lo que preocuparse.
Similitudes
Lo cierto es que aparentemente, todas las vírgenes eran iguales, estaban interesadas en la celebración tras la llegada del novio, coinciden juntas en un lugar, se cansan de la misma manera, portan una lámpara o antorcha en sus manos preparada para el momento, y serán despertadas a la vez. Sin embargo, hay una característica que no se ve y es decisiva, sin el combustible necesario, no hay luz. Tal vez, son las prisas, creer que al coger la lámpara, alguien se habría ocupado de llenarla, pero lo cierto es que en el momento decisivo las doncellas insensatas notan que sus lámparas se apagan (Mateo 25:8). Sin luz sólo hay oscuridad, y en este caso, si se tratara de una situación normal, entre todas se ayudarían para caminar con la luz de cinco lámparas, pero Jesús quiere enfatizar una lección importante y principal, y tiene que ver con la prudencia y lo inesperado con la llegada del novio, donde no es posible compartir ciertos recursos.
Soluciones al desastre
Las insensatas no esperaban este desenlace, algunos piensan que el aceite representa al Espíritu Santo, pero no ocurre así en todas las Escrituras como vemos en la historia de la viuda de Sarepta cuando se multiplicó el aceite. La cuestión es la incoherencia de unas mujeres insensatas que querían participar de algo para lo que no estaban preparadas. La única solución es que busquen aceite a esas horas de la noche, lo cual parece tarea difícil, aunque lo encontraran, por lo que es difícil relacionarlo con el Espíritu Santo, dado que, a pesar de conseguir el combustible, finalmente no se les permitirá el acceso al banquete. Nosotros sabemos que todos los que tienen el Espíritu Santo, han nacido de nuevo, y son salvos con acceso a la presencia de Dios, sin ningún lugar a dudas (Romanos 8:15-17).
Separación
Un pregonero anunció la inminente llegada del novio (Mateo 25:6), y de forma inmediata como ocurre con los ejemplos anteriores con dos en el campo o dos mujeres en el molino (Mateo 24:40-41), la falta de preparación previa hace que se produzca una trágica separación, antes era entre dos personas, ahora nuevamente entre diez, será a la mitad. A partir de aquí se produce un afán por estar en la debida disposición para entrar a la boda, pero el tiempo de gracia habrá terminado. La desesperación en la noche por conseguir el aceite en la oscuridad cuando todos duermen, y ver que la mitad de ellas se han marchado confiadamente, dispara nuestra imaginación, es un momento doloroso que genera ansiedad. El sobresalto al despertar a una voz, deja en evidencia la insensatez.
Las prisas
Los afanes de este siglo y el engaño de las riquezas son una siembra de la Palabra entre espinos, según vemos en la parábola del sembrador (Mateo 13:22). Lo cierto es que vamos quemando etapas y muchas veces pensamos que queda tiempo para solucionar nuestras cuentas con nuestros semejantes, o pedir perdón por nuestros pecados para esperar la segunda venida de Dios. En esta parábola, sabemos que cinco mujeres no dedicaron tiempo a revisar sus lámparas, pero sí tuvieron que emplear ese tiempo en otras cosas que finalmente fueron infructuosas y les impidieron caminar con el novio en aquella comitiva. Nuestras decisiones muestran la importancia de nuestra responsabilidad humana ante el Dios soberano que volverá cuando menos lo esperemos. En caso de perder el tiempo antes, ya no podremos recuperarlo. Podemos perder un coche y comprar otro, o una casa y adquirir otra, pero el tiempo no se puede volver a vivir, no existen las máquinas del tiempo para regresar al momento donde rectificar las decisiones del pasado. Aunque el Señor en su misericordia da la oportunidad de arrepentirnos toda nuestra vida, ese tiempo es limitado porque nuestra vida acabará o él volverá. No es bueno dejar las cosas para el último momento, porque tal vez, ya no se repita la oportunidad.
Conducta incoherente
Hablar de conversión cuando nuestros hechos evidencian lo contrario, no invita a ser realistas. Cinco mujeres manifiestan que creen en el regreso del novio, pero su dejadez e improvisación demuestran que no vivieron para este momento. Asistir a una iglesia, conocer el himnario de la misma o las historias de la Biblia, no significa que después nuestra vida esté en línea con lo que cantamos, escuchamos e incluso somos capaces de explicar. La salvación es intransferible, no se puede compartir para que otros sean salvos. En este caso como anuncian las mujeres prudentes, el aceite tampoco (Mateo 25:9). Cada una era responsable de sí misma y con la llegada del novio, el texto anuncia que “las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta” (Mateo 25:10). Sabemos que hay una ceremonia pendiente, las bodas del Cordero y el anuncio de otro pregonero celestial es: “han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado, y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19:7-8). En este texto se habla de “preparación” de la esposa, pero también se dice: “Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero” (Apocalipsis 19:9). Esto va en sintonía con las palabras del apóstol Pedro, cuando dice que somos linaje escogido, “de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1ª Pedro 2:9).
Una puerta cerrada
Anteriormente, Jesús ha expresado que “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre”, viviendo con normalidad dedicándose a los afanes de este mundo, “hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:38-39). Noé entró en el arca dice el evangelista, pero el texto de Génesis dice que Yahweh fue el que le dijo a Noé: “Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación”. Noé fue coherente con su fe e influyó en su familia de forma decisiva para que creyeran la Palabra de Dios, pero realmente vivían escuchando la voz de Dios, quien dirigía sus vidas cada día. Así todos entraron en el arca “y Yahweh cerró la puerta” (Génesis 7:1, Génesis 7:16).
Podríamos decir que llega un momento en el cual nos costará decir si nosotros hemos tomado la decisión, o simplemente hemos hecho lo que Dios nos ha dicho, sin pensar nada más. Es como quien conduce un coche tan habituado a ello que ya no tiene que pensar en conducir, simplemente, actúa de forma natural. En el caso de esta parábola, cinco mujeres actuaron siendo prudentes conforme a lo que eran, y dejaron que el novio tomara la iniciativa llegando a horas intempestivas, porque precisamente por eso su llegada fue una sorpresa, y después se dejaron llevar hasta el lugar del banquete y entraron hasta que el novio cerró la puerta.
Mujeres desconocidas.
Cuesta creer que alguien tenga invitados en su boda que no conoce, pero ocurre, especialmente con familiares lejanos a los que casi no hemos visto en nuestra vida, pero a los que, llegado el caso, podemos decir: “Realmente, no os conozco”. Jesús marca una clara diferencia entre aquellas doncellas que saben quién es el novio, y aquellas con las que no hay un conocimiento en el cual se produce una relación personal de intimidad, algo propio del verbo conocer en otros textos bíblicos donde “conoce el Señor a los que son suyos” (2ª Timoteo 2:19). Cinco mujeres gritan pidiendo una nueva oportunidad para entrar, pero es tarde, con la venida del novio, terminan las oportunidades como ocurrió en el diluvio. Pensemos que “he aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2ª Corintios 6:2). Por tanto, la lección principal es velar, estar preparados porque no sabemos cuándo volverá Cristo y no es el momento de perder el tiempo (Mateo 25:13).
Conclusión
Todas las personas que forman parte de la vida de la iglesia pueden parecer iguales en lo externo, pero la realidad es que no todas gozan de una relación personal e íntima con Dios, tras conocer a Cristo como Señor y Salvador. La segunda venida del Señor será repentina y en esta vida hemos de prepararnos para encontrarnos con él para salvación o condenación (2ª Tesalonicenses 2:10-11). Es una tragedia que nuestras vidas sean un reguero de desaprovechar diariamente la oportunidad de acercarnos a Dios quien atrajo a Israel con cuerdas de amor (Oseas 11:4), y del mismo modo nos llamó para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo (2ª Tesalonicenses 2:13-14). Por tanto, velemos mientras esperamos su regreso (Mateo 25:13).
Este artículo ha sido publicado en la revista Edificación Cristiana y cuenta con la autorización personal y directa de su autor para reproducirlo en Jeitoledo.com.