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Es reconocido por todo el mundo que cuando un país ó una sociedad atraviesa una grave crisis económica hay un ‘negocio’ que invariablemente aumenta sus clientes y sus ventas: es el de las loterías. En España podemos ver todas las semanas como las colas de personas esperando para adquirir boletos de lotería ó sellando quinielas aumentan en la proporción al de las colas de desempleados ante las oficinas del INEM.

     Pues si esto cierto, no es el único negocio. En las tres últimas décadas ha surgido con fuerza otro que se encuentra boyante. Es el de las sectas que proclaman el evangelio de la prosperidad y el de sus apóstoles. Ambos tienen en común estimular el punto codicioso de la condición humana, que anhela ser rico y liberarse de las estrecheces y penurias económicas de forma rápida, sin pasar por ‘la maldición’ bíblica de trabajar (Génesis. 3:19 ‘Con sudor ganarás el pan hasta que vuelvas a la tierra’) También tienen en común que el codicioso tiene que desprenderse primero de su dinero y esperar que ‘la suerte’ ó la ‘bendición de Dios’ le concedan la fortuna del premio. (También hay quienes, ‘porque nunca se sabe, y los caminos de Dios son misteriosos, que invierten comprando boletos en ambos negocios a la vez).

     Sin embargo, para quienes esto es un negocio seguro es para los gobiernos y entidades que administran el juego obteniendo año tras año suculentos beneficios de esa actividad. Y en el campo ‘de la fe’ no hace falta ser una lumbrera para ver como prosperan y viven las sectas de evangelio de la prosperidad y sus propietarios. Si lo sabrá bien el brasileño Edir Mocedo, el dueño de la IURD (Iglesia Universal del Reino de Dios y Pare de Sufrir), que abandonó la lotería a la que se dedicaba de forma profesional, para dedicarse a la venta multinacional del ‘evangelio de la prosperidad’, que le ha convertido en un individuo multimillonario y poderoso. Otros testimonios semejantes podrían aportar Cesar Castellanos, Jonás Gonzalez, Benny Hinn, Paul Yonggi Cho, Claudio Freidzon, Cash Luna, Guillermo Maldonado, Ronny Chavez, Kenneth Copeland, Morris Cerullo… y un largo número que además crece de día en día conforme crecen por doquier los falsos profetas y pastores que aspiran a vivir como estos rodeados de lujosos caprichos, joyas, automóviles de lujo, mansiones, terrenos, oficinas, secretarias, cadenas de televisión, algunos incluso aviones privados, etc.

      “Ya sé que es muy difícil que toque la lotería porque hay muchos números en juego, pero a alguien le toca, y ¿por qué no puede ser a mí?” Esta es una frase típica de autoafirmación del que busca el golpe de la fortuna en el premio de las loterías oficiales. Y es que cuando uno paga y recibe el boleto se produce un efecto interior de emoción. El subconsciente empieza a sentir un bienestar imaginándose ya en la situación de ser premiado. Así que los desesperados sienten por momentos el placer de verse libres del recibo mensual de la hipoteca, incluso se imaginan al director del banco que les ha amenazado con embargarles la vivienda, viniendo ahora como un corderito, y pidiéndole que deposite su premio en el banco y haciendo mil reverencias. Luego se imagina que podrá darle en la cara al jefe que le ha despedido y que a partir de ahora le mirará con envidia y respeto. En momentos cierra los ojos y es feliz pensando en comprar esta ó aquella cosa de la que tantas ganas tenía. Así, mientras sueña despierto y plácidamente, ha dejado de existir la crisis. Aunque sea por un momento, ya ha sido ilusamente feliz. Cuando el día del sorteo llega y la realidad es que no ha sido afortunado y que su situación sigue siendo la misma, se consuela pensando: ‘al fin y al cabo tampoco me va a tocar a la primera… Compraré para el siguiente sorteo, pero ahora lo compraré en aquella administración que es famosa por los premios que da… Y luego comprará otra y otra vez…

     En el caso de los jugadores a la ‘lotería de la prosperidad’ los efectos son los mismos. Al fin y al cabo la tecla de la codicia funciona de una forma muy semejante en todos los seres humanos. Lo que cambia son los argumentos. En la lotería normal el esquema es sencillo: ‘Es una simple cuestión de suerte. A alguien le toca, y puede ser a mí. Lo único imprescindible es poseer un boleto’. El éxito de la lotería de la prosperidad viene porque al ser más complejo parece mucho más racional. Los apóstoles de la prosperidad se presentan como enviados de Dios, usan la Palabra de Dios (aunque sea de forma tergiversada y mala, pero no importa porque los ‘clientes’ que compran sus ‘boletos’ la entienden todavía menos y solo le suenan algunas frases de oídas, así que basta con un simple barniz doctrinal para que el cartón barato les parezca madera noble y les compren el mueble inservible).

     Los pensamientos del comprador de la lotería de la prosperidad discurren por estos derroteros: “¡Claro! Si Dios es mi Padre, y es tan rico y todo lo puede ¿cómo va a ser Él quien permita que sus hijos atraviesen por estas penurias? Tienen razón estos predicadores, es por nuestra falta de fe y de ambición. Cristo prometió que todo lo que pidamos nos será concedido. Voy a creer esto y en prueba de mi fe voy a donar los últimos billetes que me quedan en el bolsillo. Tienen razón cuando dicen que si me guardo algo es porque no confío en que Dios me dará las riquezas prometidas, y dice la Biblia que el que duda no recibirá nada. ¿No pidió acaso Jabes y le fue concedido? El problema de mi situación es que me han enseñado mal la doctrina cristiana. Tiene razón este profeta, Jesucristo no vivió pobre, sino rico, solo fue pobre en la cruz. Además ahí está la prueba de que son hombres de Dios: Dios los ha prosperado económicamente a ellos. ¡Mira que trajes usan, y que automóviles tienen! ¡Y la casa en la que viven! ¡y ese Rolex de oro en la muñeca…! ¿Se puede pedir alguna prueba mayor de que son verdaderos profetas de Dios?” Y estos razonamientos interiores, aunque no aguanten un mínimo análisis crítico y doctrinal, se van entrelazando con los sentimientos placenteros de los que hablé antes, y ahí se encuentra la razón por la que personas pobres pueden llegar a ofrendar absurdamente hasta el desatino total, como dar el dinero que tienen para pagar el alquiler de su casa, los ahorros que guardaban para una emergencia ó incluso pedir prestado para dárselo a estos sujetos.

     ¿Y qué sucede cuando la prosperidad no llega? ¿Se espabilan? No. Se autoinculpan: ‘Es que no he tenido la fe suficiente’. ‘Es qué hay un pecado oculto en mi vida’. Cualquier cosa antes que admitir que han sido engañados, porque equivaldría a reconocer que son unos ingenuos que se han dejado estafar, y se pone en marcha otro mecanismo interior que es la ‘defensa de la autoestima’ que impulsa al rechazo de admitir que podamos ser unos pardillos. Así que irracionalmente volverán a comprar otro billete a la menor oportunidad pensando: ‘Ahora si que creo. Ahora lo estoy haciendo bien. Esta vez si’. Y si esta vez tampoco, pues otra y otra más, pero pidiendo cada vez con más fuerza, con más fe.

     Tengo que reconocer que muchas veces no siento compasión por lo estafados, aunque eso no reduce mi indignación contra los estafadores. Y no siento compasión porque piensan que el favor de Dios se compra dándole dinero a los apóstoles, aunque no sepa que son falsos, como quiso hacer Simón el Mago con los verdaderos (Hechos 8:20 ‘Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero’); porque olvidan las advertencias de que habrá falsos profetas y maestros que ‘por avaricia harán negocio a cuenta vuestra con palabras fingidas’ (2ª Pedro. 2:3); y porque pertenecen a ese tipo de cristianos ‘que están siempre aprendiendo y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad’ (2ª Timoteo 3:7) ó que ‘debiendo ser maestros ya, después de tanto tiempo, todavía tienen necesidad de que se les vuelva a enseñar en los rudimentos de las palabras de Dios’ (Hebreos 5:12). Pero no siento indignación hacia ellos porque bastante desgracia tienen ya por haber caído en la ludopatía del juego de la prosperidad.

     Mi indignación apunta a estos estafadores y a los que los promueven para que vayan a un sitio ú otro y les organizan los actos a los que llevan a los incautos donde serán desplumados en lo económico, confundidos en la doctrina y trastornados en la fe, así como a todos los teloneros que amenizan sus shows.

     Pues como en España estamos atravesando una gran crisis económica con cinco millones de personas en paro, con más de un millón y medio de hogares que no tienen ningún ingreso regular y muchas situaciones económicas desesperadas, nos hemos convertido en un punto excelente para que falsos profetas de este tipo vengan a hacer sus negocios aquí. Hay un buen número de candidatos bien predispuestos para dejar sus últimos recursos en la compra del boleto de la lotería de la prosperidad. Así que se está organizando en Madrid una venta especial de prosperidad para finales de Abril próximo. Parece que uno de los más conocidos caraduras ya ha confirmado su presencia. Se trata de Cash Luna.

     Cash se distingue por ser un showman cómico, del tipo del Club de la Comedia, pero de cuarta categoría aunque gracias a estos montajes obtiene mejor caché que los cómicos comerciales de primera. Así que lo mismo parodia A Moisés en lenguaje tartamudo, que se tira al suelo para contar chistes ó baila música de salsa en el escenario, además de ensalzar el atractivo placentero que producen la marihuana y otras drogas, contar de sus conversaciones imaginarias con Jesús, en las que este le responde disparates contrarios a la revelación bíblica, etc. Por supuesto enseña que Jesús no vivió pobre sino bien rico, porque administraba los bienes de unas mujeres ricas, y que solo fue pobre un momento, cuando estaba clavado en la cruz, como se puede comprobar en el video que inserto más abajo (1). Así tiene justificación para vivir él y sus amigos como millonarios, aceptados por los incautos que les pagan, pues estarían imitando en su tren de vida al propio Jesús.

     Aunque presumen de profetas, debo decir que todos estos falsos profetas, fallan más en sus predicciones que Paco Porras ó la pitonisa Lola (2), pero en lugar de que estos fracasos, algunos muy sonados, hagan que sus seguidores les pierdan cualquier respeto espiritual, asumiendo que un verdadero profeta de Dios no es alguien que a veces acierta y a veces falla, sino que cuando un verdadero profeta vaticina en el nombre de Dios se cumple siempre, pues ahí siguen tras ellos, como Israel tras los profetas de Baal. Y de sus pretendidos milagros que voy a decir… Son fantasía tras fantasía. O sea, mentira tras mentira. Como no podía ser de otro modo. Ni siquiera un poder satánico… simplemente un bluff, un efecto placebo para enfermedades imaginarias. Ni sus fieles ni ellos resultan estadísticamente más sanos que el resto de la humanidad, ni se distinguen por alcanzar una mayor longevidad. Ellos mismos cuando enferman de verdad acuden a los hospitales como cualquier otro mortal, se someten a operaciones quirúrgicas y toman medicamentos cuando se trata de sí ó de sus familiares.

     La mayoría de los textos que usan en sus shows corresponden al antiguo testamento, no al nuevo. Y es que no podía ser de otra manera. Esta gente se aprovecha de la ignorancia de los que les escuchan para establecer ó simplemente conocer las diferencias esenciales entre el pacto mosaico y el nuevo pacto que vino a instaurar el Señor Jesucristo en su sangre, así como las promesas que son inherentes a cada uno de ellos (3).

     Algunas personas para defender a estos personajes les atribuyen, aunque ninguno se distingue especialmente por ello, ciertos hechos caritativos ocasionales. Pero tampoco ese, de existir, es un rasgo que les convierta en auténticos siervos de Dios. No debemos olvidar que hasta personas como Al Capone y otros mafiosos americanos desplegaban una acción filantrópica notable con familias humildes de procedencia italiana que les pedían ayuda. Ni tampoco debemos incluirlos con los personajes de leyenda cual Guillermo Tell, que despojaba a los ricos para compartirlo con los pobres. Estos despojan a los pobres para gastarlo como y con los ricos.

     Alguien se pregunta. Y si son falsos y sus obras son mentirosas y malas ¿Cómo es posible que prosperen y alcancen riquezas? ¿Por qué Dios no les maldice con pobreza y plagas como a Israel? Bien. El pacto mosaico era con Israel, no con los habitantes de ningún otro pueblo, así que no les es de aplicación, porque ni son hebreos, ni está vigente (Hebreos 8:13), sino que Dios ahora trata a los hombres con el pacto de la gracia establecido por la muerte de Jesucristo. Además las riquezas, cuando constituyen una trampa que conduce a muchos a la perdición (Lucas 18:24), no provienen Dios, y aunque no siempre, si en muchas ocasiones están podridas (Santiago 5:1-6). Y también el Diablo cuida de los suyos y suele envolverlos con ellas estimulando la codicia como un instrumento del pecado para sus fines de perdición (Hechos 5:3). Cualquiera puede admitir que Juan el Bautista, el hombre más grande nacido de mujer (Mateo 11:11), excluyendo claro a nuestro Señor Jesucristo, vivía mucho peor en lo material que un impío como Herodes Antipas quien celebraba fiestas con gran derroche (Marcos 1:6 con Marcos 6:21).

     Ahora bien, si estás viviendo en integridad delante de Dios y a la vez estás pasando por dificultades y pruebas yo te recomiendo que leas estos dos pasajes que estoy seguro que te valdrán de consuelo: Malaquías 3:13-18 y el Salmo 73.

     Después de todo lo que he escrito, y del contenido de las notas explicativas que incluyo más abajo, me he quedado tranquilo con respecto a mi responsabilidad de tocar la trompeta y advertir al pueblo de Dios. Como Elías digo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? (1ª Reyes 18:21) Amigo lector, si has recibido a Cristo en virtud del nuevo pacto aléjate de los falsos profetas, ‘porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos’, Romanos 16:18. ‘Tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y han seguido el camino de Balaam, el cual amó el premio de la maldad’ (2ª Pedro 2), y vive conociendo y conformándote con los principios del nuevo pacto que están claramente expuestos en la Palabra de Dios.

     NOTAS:

 (1) Si bien Lucas 8:3 dice que algunas mujeres le servían con sus bienes, en ninguna parte dice que Jesús los tenía a su disposición y que él disponía de los bienes de ellas a su voluntad. El texto, por otra parte escueto, solo permite comprender que estando Jesús y sus discípulos ocupados en el ministerio durante tres años, y por lo tanto no trabajando manualmente en sus oficios para su sustento, durante ese tiempo recibieron la ayuda que les proporcionaban algunas mujeres de sus bienes. Pero por la lectura de otros pasajes sabemos que esa ayuda tenía que ser bien modesta pues no en vano Jesús dijo que el Hijo del hombre vivía más pobre que las zorras ó las aves, pues no tenía siquiera donde recostar su cabeza, Mateo 8:20. En ocasiones Jesús no tenía dinero ni para pagar un impuesto tan humilde como dos dracmas y necesitó hacer un milagro para sufragarlo, Mateo 17:27. Isaías que describe la vida y muerte de Jesús como el siervo de Dios le llama “experimentado en quebranto”, es decir, en sufrimientos y aflicciones, Isaías 53:3. Y para hacer su entrada triunfal en Jerusalén, ni siquiera tenía una cuadriga ó un tiro de caballos como los ricos, sino que, como había predicho el profeta Zacarías -9:9-, lo tuvo que hacer humildemente sobre un asno que tomó prestado, Mateo 21:5. De su austeridad también nos habla el Salmo 22:18, que dice de él que estaba en un estado en el que se le podían contar todos los huesos. Y, justo contrariamente a lo que enseña este falso profeta, Jesús solo fue rico en su muerte, y así también lo anticipó Isaías en el 53:9, pues poco antes de morir fue preparado para la sepultura con los carísimos perfumes que tendría un rico en su tiempo, y que por cierto aquel derroche suscitó las críticas de sus discípulos, Mateo 26:12. O que fue enterrado en un sepulcro de ricos, prestado por José de Arimatea, después de que su cuerpo fuese tratado con 100 libras de un compuesto de mirra y aceites por parte de Nicodemo y el propio José de Arimatea, Juan 19:39-41. Pero además la enseñanza de Cash Luna deja a Jesús como un hipócrita, pues él denunciaba a los fariseos por despojar las casas de las viudas, y sería lo que, según Luna, el mismo Jesús estaría haciendo, Mateo 24:13).      

(2) Paco Porras y la pitonisa Lola son dos ‘frikis’ muy populares en la telebasura española, el primero como presunto mentalista y la segunda como pitonisa cómica.      

(3) En el pacto de la ley, al que Jabes pertenecía, Dios promete premiar la fidelidad y obediencia de su pueblo, Israel (Levítico 26:46; Deuteronomio 12:1), con bendiciones MATERIALES. Así que si eran fieles y obedientes los israelitas recibirían prosperidad económica, tierras, ganados, cosechas, salud física, victorias sobre los enemigos, etc., –Deuteronomio 7:9-19). Estos mismos dones son los que prometen los falsos profetas a cualquiera –hebreo ó gentil- en nombre de Dios, siempre y cuando ofrenden generosamente confiando en que recibirán estas promesas. Y a la gente le gusta escuchar esto, porque les parece un buen pacto e incluso lógico. Pero se olvidan de explicar que no era tan bueno porque incluía terribles maldiciones para castigar el pecado, la infidelidad y la desobediencia, Deuteronomio 28:15-68: era el reverso de la moneda, la segunda clausula de un mismo contrato.     Pero Jesucristo estableció un nuevo y diferente pacto. Esta vez universal y no restringido a un pueblo. Y este nuevo pacto está basado en ‘mejores promesas’ (Hebreos 8:6), porque en el Dios promete bendecir con toda ‘BENDICION ESPIRITUAL’ (Efesios 1:3), no material. Y no solo no nos maldice por nuestras infidelidades, sino que nos ha puesto a su propio Hijo, Jesucristo, como nuestro abogado defensor, además de darnos a su Santo Espíritu para que more en nosotros y nos guie a toda la verdad (1ª Corintios 6:19 con Juan 16:13).     En lugar de prometer y/o conceder un territorio en Palestina más ó menos grande, con más ó menos pozos de agua, como recibió Jabes, el nuevo pacto promete una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos (1ª Pedro 1:2). Y también promete victorias, pero no materiales sobre los enemigos, sino victorias espirituales, como son la victoria sobre el mundo, 1ª Juan 45:4, y sobre la muerte segunda 1ª Corintios 15:57.     Ya. Pero esas cosas son para la vida venidera, ¿pero que promete para esta? ¿Qué contiene el Nuevo Pacto para nuestra vida material aquí? Porque tenemos que vivir, y hay que comer, y tenemos necesidades, y enfermedades… Pues para esto tengo malas noticias para los que esperan recibir de Dios prosperidades materiales. Jesús enseñó que su Padre conoce perfectamente nuestras necesidades antes de que le pidamos (Mateo 6:8), así que cuando enseñó a sus discípulos como debían orar, les instruyó para que para lo material sencillamente pidieran “el pan nuestro de cada día” (Mateo 6:11). Simplemente el alimento más básico de nuestro cuerpo. Nada de coches, casas, riquezas, vacaciones, fiestas, industrias, negocios, propiedades, comodidades, lujos, etc. Y también enseñó que si en nuestra vida, en nuestros anhelos e afanes buscamos con sinceridad el reino de Dios y su justicia antes que ninguna otra cosa, Dios promete que nos serán añadidas… ‘comida, bebida y vestido’ (Mateo 6:31-33).     ¿Eso es todo? No. El creyente fiel, en virtud del nuevo pacto, tiene garantizada también una vida llena… de aflicciones y persecuciones (2ª Timoteo 3:12; Hechos 14:22; Juan 15:20), y de pruebas duras (1ª Pedro 4:12), las cuales debe afrontar con el consuelo de que estas ‘aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse’, Romanos 8:18). Y que aunque estemos atribulados en todo, no estaremos angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos (2ª Corintios 4:8, 9). Y es que Dios ha elegido a ‘los pobres del mundo para que sean ricos… ¡EN FE! (Santiago 2:5).

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