torres de monedas que muestran una crisis económica
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El primer fin de semana del mes de abril se reunió el G-20 en Londres con el objetivo de tomar medidas para intentar poner freno a la crisis económica mundial. Todos los países pusieron más de ¡¡¡1 billón de dólares!!! sobre la mesa “para restablecer el crédito, el crecimiento y los puestos de trabajo en la economía mundial”. Además, aseguraron que harán “todo lo necesario restaurar la confianza, el crecimiento y los puestos de trabajo; reparar el sistema financiero y de crédito; reforzar la regulación y restituir la confianza…”.

     Esta reunión y las medidas adoptadas, han vuelto a demostrar la situación de desconcierto en la que se encuentran los dirigentes ante una crisis que no saben hacia dónde nos llevará, pero de la que sí que hay seguridad sobre cuáles han sido sus causas. El libro “La crisis Ninja” de Leopoldo Abadía, del que ya os hablé en el anterior artículo, nos ayuda a entender por qué se ha producido esta crisis. Además, nos lleva a reflexionar sobre la responsabilidad individual que hemos tenido en esta situación, algo que nadie quiere entrar a valorar. Parece que lo importante es solucionar la crisis cuanto antes para volver de nuevo a poder consumir, endeudarse y gastar por encima de nuestras posibilidades.

     Los creyentes tenemos una buena oportunidad para analizar nuestras vidas, ver en qué hemos podido fallar y poner nuestras finanzas y nuestra vida en general en orden de acuerdo con los principios que tenemos en la Palabra del Señor. El libro de Leopoldo Abadía nos va a ayudar en esta tarea.

     “Hemos inventado la ley de la jungla y ahora nos sorprendemos de que el león nos devore”

     El autor defiende en su libro que esta es la crisis de “la imprudencia, avaricia, soberbia y confianza”, en un mundo en el que ha regido el “todo vale”. Además, como muy bien se indica en el libro, esto se ha producido por la crisis de valores que sufre la sociedad occidental. Después, podremos hablar de las “hipotecas subprime”, “la burbuja inmobiliaria” y otros términos técnicos que han sido los detonantes de la crisis, pero el germen está en el corazón del ser humano, en la avaricia por acumular beneficios más allá de lo razonable y la imprudencia por endeudarse de forma desmedida por querer vivir por encima de las posibilidades.

     El apóstol Pablo nos da la clave para evitar que caigamos en estos excesos: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” (1ª Timoteo 6:6-8). Tenemos que aprender a contentarnos sea cual sea nuestra situación, eso sí, siempre que tengamos para las necesidades básicas, lo cual es una petición legítima que está incluida en el la oración modelo del Padre nuestro. Si el Señor quiere que vivamos en abundancia, bienvenido sea y que él nos ayude a saber administrar lo que nos da. Si su voluntad es que vivamos con lo justo, bienvenido sea también e igualmente seamos sabios en la administración de lo que tenemos.

     No seguir estas premisas nos llevará a situaciones caóticas como la que estamos viviendo. El apóstol continúa en el mismo pasaje describiendo lo que sucede cuando no hay contentamiento, en unos versículos que parecen una noticia sacada de cualquier periódico de hoy, demostrando la actualidad de la Palabra del Señor.

      “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1ª Timoteo 6:9-10). ¡Mucho cuidado! ¡Estas advertencias están dirigidas a los creyentes!

     El autor afirma después en su libro que “no podemos actuar bien siempre, pero sí darnos cuenta de lo que hemos hecho mal y rectificar”. Es cierto, el Señor nos da la oportunidad de corregir nuestro rumbo de vida si nos hemos equivocado y dar testimonio de cómo vivir de forma confiada en el Señor en medio de una situación que está creando temor e inquietud en todo el mundo. Esta actitud no tiene nada que ver con la despreocupación y la desidia, cuidado con esto también, porque en ese caso lo que tendríamos que aplicarnos son otras palabras de Pablo: “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2ª Tesalonicenses 3:10).

      “En la vida puedes hacer lo que te de la gana, pero luego hay que pagarlo”

     Esta frase del autor resume una idea que es importante en cuanto a la libertad del ser humano. Dios nos ha hecho libres y responsables de nuestras decisiones y actitudes. Esto es así antes y después de la conversión. Cuando le aceptamos como Señor y Salvador, no nos convierte en robots, sino que seguimos siendo libres, aunque en un marco distinto, con el Espíritu Santo obrando en nuestra vida y renovándonos en santidad.

     Abadía señala que los líderes mundiales están tomando decisiones para salir de la crisis, pero también indica que cada uno de nosotros tenemos que tomar nuestras decisiones a nivel personal en el ámbito en el que somos responsables. Al hablar de la globalización, el libro demuestra que ha producido que “el mundo esté interrelacionado a nivel económico, político y sociocultural”. Pero esto no es excusa, porque “a pesar de estar todo relacionado y de la globalización, el hombre es libre en sus decisiones. Es libre para hacer el bien y hacer el mal. La globalización no elimina la libertad. Pero obliga a utilizar la libertad con responsabilidad”. Como creyentes no podemos escudarnos en que “todos han hecho lo mismo”, ¡esto no es válido! La Biblia nos advierte de que no debemos “conformarnos a este siglo”. Debemos tener el discernimiento del Espíritu y la valentía y determinación para actuar contracorriente cuando sea necesario.

     Somos responsables de lo que somos y tenemos, porque somos administradores de lo que el Señor nos da. Familia, trabajo, bienes, dones, etc. No podemos echarle la culpa al mundo de nuestros errores individuales.

      “La gente ha decidido funcionar como si no existiese un fabricante, como si la norma moral objetiva debiese ser sustituida por normas morales subjetivas”

     Leopoldo Abadía se define como católico y defiende la existencia de una “norma moral objetiva”. Advierte que esta crisis se ha producido porque el ser humano ha dejado de actuar según “el manual de instrucciones”. Según él, este manual es “la ley natural que Dios ha puesto dentro de nosotros y nos dice: esto es acorde con tu naturaleza, esto no es acorde con tu naturaleza”. El autor propone como medida para salir de esta crisis y como modelo de vida, seguir esta “ley natural” en todas las áreas de nuestra vida, no sólo en la económica. Defiende la “coherencia” para “Actuar del mismo modo en su vida personal, en sus relaciones con la familia, con sus compañeros de trabajo, con sus clientes, con sus proveedores, con sus amigos y con los empleados del supermercado”. También señala que “no se puede hablar de ética en la familia, en el trabajo o en el deporte como si fueran diferentes, porque son la misma ética. Las cosas concretas que hago en cada sitio son coherentes entre sí porque se han hecho según el manual de instrucciones.”

     Estas palabras del autor coinciden con la enseñanza de Pablo que nos habla de los gentiles que no tienen ley pero muestran “la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos”. Pero Abadía se queda corto al hablar de la ley de Dios porque además de la ley natural, los creyentes tenemos la revelación completa en su Palabra, cuyo estudio y aplicación práctica hace al hombre de Dios “perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2ª Timoteo 3:17). En la Biblia encontramos nuestro “Manual de instrucciones” para guiarnos durante nuestra vida.

      “El Optimismo consiste en sacar el mejor partido posible de cualquier situación concreta”

     Llegamos al final del artículo con otra reflexión genial del autor de “La crisis Ninja”. Propone otra medida para salir de la crisis, “el optimismo”, pero no entendido como “ver la vida de color de rosa”, sino como ser conscientes de que el tiempo que nos ha tocado vivir es el mejor por tres razones:

     1) Siendo prácticos, no tenemos otro.

     2) Siendo eficaces, es nuestro campo de juego.

     3) En definitiva, es el tiempo en el que Dios nos ha puesto para que vivamos.

     Ante esta última reflexión de Leopoldo Abadía sólo puedo decir ¡Amen y que el Señor nos ayude a ser luz en medio de las tinieblas de este tiempo!

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