Tal y como anticipamos en el anterior artículo vamos a tratar algunas de las causas que conducen al divorcio.
Causas del divorcio.
1. El egoísmo. Quiero ser feliz y mi esposo/a no hace nada por mi felicidad. El primer engaño que tienen las personas es que casándose van a ser felices. Pero el matrimonio no cambia las personas. Un egoísta soltero después de casarse va ser un egoísta casado. Un infeliz soltero va ser un infeliz casado. Buscar las cosas en un sitio equivocado no conduce al éxito sino al fracaso. Es como buscar dinero en el contenedor de basura. El matrimonio no puede dar lo que no tiene. Cuando dos personas egoístas se casan va ser un desastre de matrimonio, porque cada uno busca su interés, su felicidad, su placer. Cada uno quiere mandar. Cada uno impone su idea. Cada uno pide obediencia al otro, y las discusiones están al orden del día. El matrimonio no es un almacén de donde cada uno saca y saca, sin poner nada. Si el diagnostico es el egoísmo, ¿cómo puede ser tratado? ¿Es acaso el divorcio una medicina para el egoísmo? Como hemos visto antes un egoísta soltero va ser un egoísta casado y después un egoísta divorciado. El remedio para un egoísta es el arrepentimiento.
Lucas 9:23-25: “Y decía á todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame. Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará. Porque ¿qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y sé destruye ó se pierde a sí mismo?
Estuve hablando hace unos días con un hermano y de su situación matrimonial. Me decía que desde hace muchos años su mujer está enferma. Padece una enfermedad rara. Vive en su mundo de soledad. El ha venido a España con sus hijos, y ella viene de vez en cuando de visita, y regresa pero con una indiferencia total. Ha llegado a una edad de 55 años y muchos le preguntan por qué no se ha divorciado para casarse y tener una vida matrimonial normal. Me dijo que le contesta a todos del mismo modo diciendo: yo no rompo mi relación con Dios a cambio de una relación sexual con una mujer.
2. La Falta de Amor. Leyendo en un foro de internet encontré que había unos que afirmaban que el amor se acabó, porque se enamoraron de otras personas. Otras decían que su marido es muy frio y que ella no lo puede amar así. El consejo que recibían de la mayoría es que era mejor que se divorciaran. ¿Qué es lo que decimos nosotros? Será, en otras palabras, que el amor viene cuando quiere, y se va cuando le da la gana. No. El amor no tiene ese razonamiento. Ahora amo una jovencita porque el amor así lo quiere, y de repente algo cambia, y ahora amo a un anciano. No, no es así como funciona el amor. Yo amo aquello que quiero amar.
2Timoteo 3:1-4: “ESTO también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes á los padres, ingratos, sin santidad, sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios”.
A una persona que solo se ama a sí misma no lo cambia ni el matrimonio, ni tampoco el divorcio lo va a cambiar. ¿Cuál es la solución?
Un matrimonio cristiano visitó al pastor en su casa, Querían divorciarse y pensaban hacerlo contando con el apoyo del pastor para ello. Comenzaron hablar, y el marido explicó al pastor que el amor entre ellos se había terminado. Ante lo cual el pastor respondió con un versículo:
– Lee en Efesios 5:25: “Maridos, amad á vuestras mujeres, así como Cristo amó á la iglesia, y se entregó á sí mismo por ella”.
El marido protestó:
– Pero, ¿no entiende que nuestro amor se termino?
El pastor respondió:
Vale. Bajemos un escalón.
Y leyó entonces otro versículo:
– Lucas 10:27: “Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y á tu prójimo como á ti mismo. Así pues, ama a tu esposa como a ti mismo.”
Pero el marido insistía:
– ¿No entiende usted que nuestro amor se acabo?
– Vale. Bajemos al siguiente escalón, -contesto el pastor con paciencia, citando otro versículo-: Lucas 6:27-28: “Más á vosotros los que oís, digo: Amad á vuestros enemigos, haced bien á los que os aborrecen; bendecid á los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.”
El marido intento replicar nuevamente, pero el pastor lo detuvo diciendo:
– Mira, ya no tengo a donde bajar más, si no puedes amar a tu esposa como tal, debes amarla como a ti mismo, pero si tampoco la puedes amarla así, amala como Jesús mandó amar a los enemigos, pero no te es lícito el divorcio.
3. La falta de preparación para entrar en matrimonio.Una parte de culpa del fracaso de algunos matrimonios lo tienen los padres, otra parte lo tiene el pastor ó consejero espiritual, y otra parte ellos mismos.
Los Padres. Los padres conocemos esta expresión: Ya tengo novio/a, y un tiempo después llega la boda.
Antes, salidas a cenar, salidas con los amigos, regalos uno a otro, hasta que se llega a la boda. Pero después de la boda la vida cambia. ¿Dónde está el desayuno?, ¿quién lava los platos? ¿quién limpia la casa? ¿quién hace la compra? ¿quién cocina? ¿dónde están mama y papá? Es que mi madre… es que mi padre… Bueno, hoy cenamos fuera en un restaurante y ya está. Ay no tenemos dinero, ¿que hacemos con la hipoteca, con la letra del coche, con…? Entonces los padres entran en el matrimonio con sus comentarios, con las ideas suyas, y con los recuerdos (“te dije que este/a chico/a no era bueno para ti. Anda, déjalo/a y vuelve a casa”). En otras ocasiones los jóvenes no saben administrar el dinero de forma correcta, y muchas veces no tienen quien los enseñe.
La iglesia en muchas ocasiones no tiene lo que debe tener: un consejero espiritual o matrimonial capacitado, en el cual los jóvenes pueden confiar para pedir consejo. También el MODERNISMO ha influido en el contenido de las predicaciones y muchos predicadores tienen el miedo de parecer que predican contra la “conversión de la gente”, hablando lo que es bonito, y no lo que es importante. ¿De qué sirve una predicación que todos van a decir que fue bonita si nadie se arrepiente de su modo de pensar y actuar? Predicar la enseñanza conforme la palabra de Dios no es legalismo sino amor limpio para la iglesia y su futuro.
La juventud es un periodo en que la persona tiene la confianza en sí misma en el punto más alto. Por eso a los jóvenes les resulta muy difícil pedir o aceptar los consejos. En muchas ocasiones no aceptan los consejos porque miran los fracasos de los consejeros, y no en la experiencia acumulada tras esos fracasos.