plano de diseño de la vida de personas
Dios ha diseñado desde el principio de la creación un plan para la humanidad
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Estamos rodeados de muchas cosas desconocidas, de tal manera que diariamente nos surgen multitud de preguntas debido a las preocupaciones, o mejor dicho, debido a nuestra indiferencia no nos paramos a pensar o a buscar la respuesta a algunas de estas preguntas que podrían cambiar nuestro modo de ver la vida y la importancia de vivirla de tal manera.

     Bajo mi punto de vista, la pregunta más importante es: por qué estamos aquí o para qué hemos sido creados. Lo más interesante es que no he encontrado a nadie que hable sobre esta pregunta si no todo lo contrario, sin responder a esta pregunta han tratado de explicar cómo hemos sido creados utilizando todo tipo de teorías que no hacen otra cosa que distraernos del objetivo principal.

     Vamos a tratar en este caso, el porqué de estas teorías; pero volviéndome a nuestra pregunta, la lógica nos enseña que un objeto envejecido o desgastado debe ser cambiado o sustituido por otro nuevo, mejor que el viejo. ¿Puede que haya sido éste el motivo por el cual hemos sido creados? Leyendo la biografía de una persona o la historia de una determinada máquina, en el principio de la misma nos muestra las circunstancias en las que ha sido creada, y en el final nos muestra cómo consiguió su objetivo. Para aquellos que han leído la Biblia, habrán leído algo parecido: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía… (Génesis 1:1) y Dios creó todo lo que se ve sobre la faz de la tierra. Al acabar, al sexto día dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza. ¡Este fue el objetivo principal de Dios! Muchos creen que el plan de Dios es la salvación del hombre, no sólo un capítulo del proyecto, y por eso predican un evangelio diluido que crea cristianos pasivos, agradecidos de ser salvos pero que viven una vida templada caracterizada por repetidas caídas y ‘avivamientos’.

     La salvación del hombre es sólo una pequeña parte de este inmenso plan de Dios. ¿Por qué fue necesario este plan? La Biblia no explica mucho acerca de lo que había antes de la creación del hombre, pero sí nos deja una pequeña explicación del plan.

     Leemos en Isaías 14:12-14 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, á los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Satanás quisó ser como Dios, mediante la rebeldía y eso lo llevó a su caída. Trás esta caída Dios preparó un plan para crear un ser semejante a Él. Así como hemos visto en Génesis, Dios comienza la creación conforme el plan establecido previamente.

     El final de la Biblia nos relata, en Apocalipsis, cómo terminará esta tierra y la humanidad conocida por nosotros hoy, pero no el final del hombre como especie sino el cumplimiento del objetivo por el cual fuimos creados. Los que llegaron a ser semejantes a Dios estarán eternamente con Dios y los que obedecieron a Satanás quedarán eternamente con Satanás.

     Entre estos dos acontecimientos nos encontramos hoy, y para que entendamos mejor estas cosas vamos a volver a leer en Génesis cómo hemos sido creados:

     Génesis 1:26 Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…

     Génesis 1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

     Dios dice que va a crear al hombre a su imagen, conforme a su semejanza y en el siguiente versículo nos lo confirma dejando claro, para que se entienda, que el hombre creado del polvo de la tierra tenía la imagen de Dios pero no era semejante a Él; el hombre no sabía discernir entre el bien y el mal. Tras la caída del hombre encontramos escrito en Génesis 3:22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal. Entonces podemos entender que ser semejantes a Dios se podía conseguir mediante un largo proceso, tiempo en el cual el hombre podía cumplir el propósito por el cual había sido creado y el que Dios tiene para él.

     Como en cualquier proyecto, encontramos en la Biblia las principales fases del proyecto de la humanidad. La primera fase la encontramos desde la creación y hasta el momento en el cual el hombre recibe la Ley de Dios mediante Moisés. La segunda fase iría desde el momento en el que Moisés recibe la Ley de Dios y hasta el Nacimiento de Jesucristo. La última fase comenzaría con el nacimiento de Jesucristo y sería hasta el fin de la humanidad, también llamado el tiempo de la Iglesia. Iremos estudiando por separado cada fase para entender la importancia de cada una de ellas en la historia y el motivo por el cual las planificó Dios. Al final veremos las conclusiones y entenderemos el Plan de Dios; porque, para que una construcción termine bien es necesario que el constructor conozca el plan para organizar bien el trabajo y que éste salga bien.

     Tras la caída, el hombre conoce el bien y el mal. Dios impide al hombre comer del árbol de la vida para que no pueda vivir eternamente, y le concede una vida terrenal temporal, al principio algunos llegaron a 969 años. Y los hombres se multiplicaron sobre la faz de la tierra y la Biblia nos dice que la maldad también era mucha. El versículo que nos describe este período dice: Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. (Génesis 6:5).

     El hombre conocía el bien y el mal, pero eligió el mal y Dios decidió, en primer lugar, acortar la vida del hombre en la tierra de tal manera que éste no viva más de 120 años, salvo alguna rara excepción, y en segundo lugar, decidió mandar el diluvio para raer de sobre la faz de la tierra a los hombres pues se arrepintió de haberlos hecho. Y a través de Noé, un hombre que vivió de manera justa de tal manera que conociendo el bien y el mal eligió el bien demostrando al mundo que era posible. Y de este modo Dios preservó a la especie humana preparando la segunda etapa.

     Cuando el hombre comenzó a multiplicarse en gran manera sobre la faz de la tierra, Dios eligió una nación a la que le da su ley, la que conocemos como la ley de Moisés. Esta ley es la base de la ley o las constituciones de todas las naciones. Mediante esta ley Dios deja escrito al hombre el bien y el mal. En la primera etapa de la historia de la humanidad, el hombre no tenía nada escrito sino solo su propia conciencia en la que Dios marcó la ley de la moral, esa ley que el hombre a lo largo de toda la historia ha desobedecido. En esta ley escrita, Dios enseña al hombre que si hace el bien tendrá como recompensa bendiciones y prosperidad pero si hace el mal recibiría maldición y pobreza. En Deuteronomio, desde el capítulo 28 hasta el 30 nos describe de manera detallada todas las bendiciones y todas las maldiciones y en el capítulo 30 el versículo 19 y 20 Dios dice: «A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz…” Lo que caracteriza esta segunda etapa es que el hombre está motivado para hacer el bien recibiendo a cambio algo bueno porque de lo contrario recibiría el castigo. Y además, para recibir el perdón por el mal hecho, el hombre tenía que traer un sacrificio. Muchas veces los padres hacen lo mismo con los hijos. Si son obedientes y aplicados les hacen regalos como premio, en cambio si son desobedientes les aplican una disciplina.

     Mirando esta etapa de la historia de la humanidad podemos ver como el hombre obedeciendo a Dios disfrutaba de su favor, de gozo y prosperidad. En el momento en el que la riqueza aumentaba empezaba la desobediencia a Dios y comenzaba un periodo de guerras, pobreza y esclavitud. El hombre se arrepentía de su desobediencia y Dios lo perdonaba y comenzaba un nuevo periodo de paz, seguido de otro de desobediencia y después otra vez el arrepentimiento. Podemos entender entonces que el hombre hacía el bien sólo para recibir recompensas y se arrepentía sólo para librarse del sufrimiento. Tanto en la primera etapa de la humanidad como en la segunda, el hombre no ha cumplido el propósito con el cual fue creado, el ser semejante a Dios haciendo el bien. Ha habido excepciones, personas que cumplían con su propósito, pero éstos han sido muy pocos. Uno de ellos fue Job. Leyendo con atención la historia de Job podemos entender mucho mejor el propósito de la creación del hombre. Nos presenta una escena celestial en la que Dios presenta a Satanás la persona de Job, un varón perfecto que hacía el bien. Satanás contradice a Dios diciendo que éste hace el bien sólo porque tiene todo lo que quiere, mucha riqueza y Dios le permite a Satanás que le quite todo: riqueza, hijos e incluso la salud. A falta de todas estas cosas, Job permanece fiel a Dios.

     El resumen de esta historia nos ayuda a entender tres cosas importantes: en primer lugar, Satanás cree que el hombre sirve a Dios sólo por la recompensa que de Él recibe, dado que la mayoría de los hombre así hacían. En segundo lugar nos enseña que Dios nos creó para que seamos superiores a Satanás, es decir, que seamos vencedores; nos creó para que seamos mejores que aquél que ha caído, Satanás. La realidad de hoy es que hemos perdido de vista este hermoso y gran propósito; Dios quiere gozarse en aquello que ha creado y demostrar al Enemigo que el hombre es superior y que puede alcanzar aquello que ansiaba Satanás, ser semejante a Dios, pero no mediante la rebeldía si no mediante la obediencia. En tercer lugar, nos enseña que el hombre puede cumplir el propósito por el cual ha sido creado, no es, como dice la mayoría de la gente, imposible. En ambas etapas ha habido personas que han cumplido con este propósito por el cual hemos sido creados, sólo que han sido un número muy pequeño…

     Para la primera etapa, la Biblia nos da muy poca información del modo en que Dios se comunica con el hombre. En la segunda etapa, la información es suficiente para ver que Dios se ocupa del hombre y le procura el bien. Cuando Dios deseaba comunicarle algo al hombre elegía a una persona sobre la que derramaba el Espíritu Santo para que le transmitiera el mensaje divino. Estas personas eran los profetas, que comunicaban al rey el mensaje de Dios y el rey se hacía responsable del modo en que hacía que se cumpliera la voluntad de Dios. Éstos eran mensajes especiales, porque para todo lo demás eran los sacerdotes los que tenían la obligación divina de velar que el pueblo siga a Dios. Pero este sistema empezó a degenerar porque cada vez había más falsos profetas que engañaban al pueblo e incluso a los sacerdotes de Dios quedándose con los animales que eran traídos para ofrenda a Dios.

     La tercera etapa es la más importante de la historia de la humanidad. Comienza con el más grande acontecimiento que conoce esta tierra. Dios baja a la tierra haciéndose hombre y vive una vida semejante a la nuestra pero sin pecar. Su venida tuvo dos principales motivos. El primero lo encontramos relatado en el evangelio de Juan 1:29 que Él vino a quitar el pecado del mundo. Jesucristo cargó sobre sí mismo la culpa de toda la humanidad ofreciendo una salvación que no tiene precio a todos aquellos que mediante el arrepentimiento reconocen su culpa y renuncian al pecado. El segundo motivo de Su venida lo relata Juan en su evangelio también en el capítulo 17 versículo 6, y es el de manifestar a Dios. Al hombre se le olvidó o dejó de saber cómo debe vivir, dejó de saber el motivo por el cual ha sido creado, por lo que necesitaba un modelo a seguir. Jesucristo nos enseña cómo debemos caminar y vivir nuestra vida terrenal, nos lo enseña de manera práctica cómo debemos ir adquiriendo el carácter de Dios. En Mateo, los capítulos 5, 6 y 7 nos es relatado el Sermón del Monte en el que Jesucristo presenta este carácter de Dios, para que podamos hacerlo nuestro. Y para que todo se cumpla, Él debe ser crucificado tras ser azotado, escupido y maltratado con crueldad por los que se hacían llamar instructores de la ley, sacerdotes distinguidos. De esta manera ellos cumplieron la profecía de que Jesucristo sería crucificado en estas circunstancias, pagando por nuestras rebeliones. Antes de ser crucificado, Jesucristo les dice a sus discípulos que les conviene que Él se vaya para que venga sobre ellos el Consolador, sabiendo que el hombre debía seguir con el propósito de asemejarse a Dios.

     A continuación vamos a ver el modo en el que obra el Espíritu Santo, y vamos primero a enumerar esas obras. Jesucristo nos dice cuál es el modo en el que el espíritu obra y por lo tanto la razón por la que éste debe venir sobre los cristianos. La primera obra del Espíritu Santo es la de convencernos de nuestro estado de pecado, de mostrarnos que el pecado no nos hace semejantes a Dios si no a Satanás (Juan 16:8). Y por eso es necesario un cambio en nuestra forma de pensar, así como nos dice el apóstol Pablo en Romanos 12:2, por la renovación de nuestro entendimiento para comprobar cuál es la voluntad de Dios. La segunda obra del Espíritu Santo es guiarnos a toda la verdad (Juan 16:13), es decir, una vez convencidos de nuestro estado pecaminoso nos guiará al arrepentimiento y empezará en nosotros el camino de la santidad. La tercera obra del Espíritu Santo es estar con nosotros (Juan 14:17), es decir, que no nos deja solos si no todo lo contrario, nos hace sentir apoyados y guiados en los momentos de necesidad, de impotencia, nos hace sentir fuertes frente a las tentaciones del maligno. La cuarta obra del Espíritu Santo es la de recordarnos las palabras y enseñanzas de Jesucristo según Juan 14:26, para formar en nosotros ese carácter divino. La quinta obra del Espíritu Santo es la de dar fruto en nuestras vidas. En Gálatas 5:22 dice mas el fruto del Espíritu es amor. Por lo tanto el fruto en nuestras vidas debe ser el amor. El apóstol Juan dice en 1Juan 4:8 y 16 que Dios es amor, que ésta es la naturaleza de Dios y el Espíritu Santo quiere producir en nosotros esa misma naturaleza. Por eso el Señor Jesucristo le dice a Nicodemo en Juan 3:3,5 de cierto, de cierto te digo que el que no naciere de nuevo…el que no naciere de agua y del Espíritu. El Apóstol Pablo dice en Efesios 2 que éramos por naturaleza hijos de ira pero por la misericordia de Dios ahora somos hijos de amor, de luz y ya no de oscuridad. La sexta obra del Espíritu Santo es la de interceder por nosotros porque no sabemos pedir como conviene (Romanos 8:26). La séptima y última obra del Espíritu Santo es dar dones espirituales a aquellos que nacen de nuevo y crecen en amor y que van adquiriendo el carácter divino, teniendo una madurez espiritual suficiente para trabajar en la iglesia de Dios y ayudar a los demás miembros a crecer del mismo modo (Efesios 4:11-16).

     ¿Por qué todas estas obras? ¿Cuál es el propósito de Dios con todas estas obras?

     El apóstol Pablo nos escribe en Efesios 3:10-11 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor. Una de las cosas que hemos perdido de vista es que Dios quiere mostrar su sabiduría a los ángeles y al maligno mediante la Iglesia, mediante nosotros los cristianos, por eso Pablo nos exhorta en Efesios 6:11-12 a vestirnos de toda la armadura de Dios, para que podamos estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Nos exhorta a luchar, a resistir y a quedarnos firmes, es decir, victoriosos frente a estos enemigos de Dios. El quiere estar orgullosos de nosotros.

     En conclusión, antes de la caída de Lucifer, los ángeles no sabían lo que era el mal ni sus consecuencias. Por lo tanto, con la caída de Lucifer cayeron una multitud de ángeles que se convirtieron en ángeles de la oscuridad, espíritus de maldad. Por eso Dios en su proyecto contempló la caída del hombre para que probando el pecado y sus efectos pueda entender y valorar el perdón y la restauración para volver a estar en comunión con Su Creador. Por eso el hombre es un ser probado, que tras caer y ser restaurado no quiere seguir cayendo. Nuestra caída, y después la lucha personal frente al pecado y la victoria frente a Satanás crea la confianza acordada por Dios a la Iglesia. Los que hemos comprendido la voluntad de Dios podemos observar en la historia y entender que ni la libertad absoluta que fue ofrecida al hombre en la primera etapa, cuando sabiendo el bien y el mal eligió el mal, ni en la segunda etapa cuando teniendo una libertad condicionada, el hombre no cumplió con el objetivo propuesto por el creador. Todas estas cosas que pasaron fueron escritas para nosotros como enseñanza. No podemos con nuestras propias fuerzas cumplir el propósito de Dios, necesitamos del Espíritu Santo de forma continua. Otra cosa que podemos aprender es que Satanás usará todo tipo de cosas para vencernos y demostrarle a Dios el fracaso de su creación. En 2ª Corintios 2:11 dice para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones. Una manera de cumplir ese objetivo es presentándose delante de nosotros como un gigante, produciendo en nosotros miedo para que no luchemos contra él. No han sido pocas las veces que he oído esta expresión, que él es más viejo que nosotros y que ha vencido miles y miles de personas y que todos los hombres le obedecen y por eso no vale la pena ir en contra de él. Otra manera es haciéndonos mirar a los que nos rodean y a lo difícil que es salir del mundo; todos hacen lo mismo y para vivir debes hacer lo que hacen todos. Otra manera es llenar nuestra mente con los problemas de la vida y quitar así el pensamiento de la eternidad. Todos piensan en el aquí y en el ahora, olvidando que una vez termine esta vida queda por delante la eternidad que puede ser junto a Dios o junto a Satanás.

     Una teoría pudo desviar la atención del hombre a Dios, alrededor del año 1700 cuando se publicaron todo tipo de falsas noticias que decían que existían extraterrestres y otro tipo de especies en el universo de los planetas. Esta teoría ponía en duda la credibilidad de la Biblia y la existencia de Dios. No sé cuántas personas pueden demostrar esta teoría pero la Biblia es el libro más creíble, estudiado y que ha dado sentido a miles y miles de personas.

     No debemos olvidar que Satanás ha caído, y que nosotros fuimos creados por Dios para ser superiores a este caído que lucha para demostrar su superioridad. Nosotros somos superiores porque fuimos creados a imagen de Dios, y Él está con nosotros y por Él somos más que vencedores.

     Si un joven, para tener una buena profesión, sacrifica 4 ó 5 años para estudiar, renunciando a muchos placeres, cuánto más nosotros sabiendo que no tendremos delante ni 20 ni 30 años sino toda una eternidad, llena de gozo, paz, sin dolor, sin lágrimas, sin necesidad ni preocupaciones. Somos llamados a ser semejantes a Dios, a reinar con Jesucristo 1000 años, a juzgar a los ángeles (1Corintios 6:3). Dios es por nosotros (Romano 8:31) y tenemos una nube de testigos que vivieron demostrando que se puede (Hebreos 12:1-3).

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