La Biblia y sus seguidores han sido objeto de persecución a lo largo de toda la historia.
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Cuantitativamente, podemos decir que el cristianismo es la forma religiosa más perseguida en el mundo. El hecho de que la Biblia nos diga que «la verdad os hará libres» parece no gustar mucho en las regiones del mundo en donde no hay libertad social, ideológica, religiosa. Y sin embargo en los países que presumen de democracia, de libertad ideológica y religiosa, se puede ver un descuido a la hora de hacer respetar estos valores que hacen temer que su continuidad se encuentre en peligro.

     Esto se hace visible cuando los fanáticos religiosos se dedican a perseguir a quienes no comparten sus creencias. Además, mediante el uso de la fuerza realizan matanzas, mezquinas aniquilaciones y terrorismo puro y duro, tratando de imponer su voz sobre la debilidad de los ciudadanos de los países democráticos. Ciudadanos y gobernantes se acobardan y en muchas ocasiones acaban asumiendo los argumentos de los terroristas, e incluso en ocasiones justifican estas reacciones como resultado de provocaciones que en la práctica totalidad de los casos, nunca han existido. Aunque para estos sujetos, el hecho de creer en algo diferente a lo que ellos creen ya es una provocación que merece ser castigada.

     Es curioso el tratamiento que tuvieron las famosas caricaturas de Mahoma. Estas, manipuladas por los líderes religiosos y políticos (que casi siempre son los mismos los que ejercen ambas funciones de liderazgo) desataron una ola de violencia, asesinatos incluidos, cometidos por parte de los miembros más fanáticos de la comunidad islámica. En los países demócratas, lejos de condenarlos y actuar políticamente en consecuencia, se pidieron disculpas e incluso se despidieron a algunos trabajadores de algunos periódicos por haberlas publicado.

     Personalmente, a mi no me gusta que se ridiculice o se hagan chistes sobre las creencias religiosas de las personas. Entiendo que deben respetarse, aunque no se compartan. Pero esta sangrienta reacción islámica fue asumida como razonable por parte de algunos políticos europeos y españoles, que se apresuraron a pedir disculpas y a condenar la publicación de las viñetas. Aunque me parece bien que pidan disculpas, a quien se pudo sentir ofendido, es asombrosa la diferencia de rasero que tienen las mismas autoridades cuando de herir sensibilidades se trata.

     Los cristianos españoles, hemos tenido que ver como un político, llamado Carod Rovira, durante un viaje oficial a Israel se ponía una corona de espinas imitando de forma burlesca a nuestro Señor Jesucristo. También hemos tenido que sufrir que la Administración Pública financiase con el dinero de todos los españoles una obra (cuyo título por lo blasfemo que es no voy a reproducir) en la que una cruz era engullida por un retrete mientras se tiraba de la cisterna. También tuvimos que aguantar como Canal+, dentro de un programa que parodiaba a los cocineros de la televisión, pusiese imágenes de una parodia en la se cocinaba un crucifijo con una imagen de Cristo clavado. Y así muchas más.

     Como las reacciones de los cristianos son pacíficas y no van más allá de simples comunicados de repulsa, en una radio o periódico, los políticos más progresistas y anti-cristianos, no sólo las ignoran si no que defienden a los blasfemos y les llenan los bolsillos con subvenciones para próximas ideas provocativas.

     Si en España, se promociona y ampara e incluso financia a quienes atentan contra la sensibilidad religiosa de los que se sienten cristianos. Todo lo contrario sucede para condenar rápidamente ante las más leves alusiones críticas al hecho religioso de otras religiones, y principalmente cuando del Islam se trata.

     En el plano internacional, es bastante frecuente que ante las bárbaras persecuciones de cristianos, los gobiernos occidentales y el nuestro en particular mire hacia otro lado y no se de por enterado. Priman los intereses políticos y económicos, así que es habitual que haga la vista gorda.

     Para vergüenza de los gobiernos occidentales, uno de los casos más sangrantes, es el que ha permitido que el COI (Comité Olímpico Internacional), celebre en Pekín (China) en el año 2008 unos juegos olímpicos a todo bombo y platillo. Será una gran fiesta y espectáculo con desfiles y confeti, en donde millones de personas reirán al son de las disciplinas deportivas. Sin embargo, ese ambiente de fiesta y felicidad no será para todos. Iglesia.net, informa que los cristianos chinos, por causa de su fe, padecen terribles persecuciones por parte del gobierno dictatorial comunista que mantiene al pueblo chino sometido a una dura represión social y religiosa. En aquel país, los cristianos se ven sometidos a torturas, encarcelamientos, destrucción de iglesias… Todo esto, por ser cristianos, ante el silencio de los gobiernos occidentales que se constituyen con los votos de muchas personas que se consideran cristianas, y que sin embargo no exigen a sus representantes que defiendan sus intereses y los de millones de personas que comparten su misma fe y que viven en esos terribles climas de persecución…

     ¿Así que conviene que reflexionemos : ¿Pueden encajar los principios del COI con las políticas represivas de la dictadura china? ¿Cómo pueden organizar unas olimpiadas en un país que tiene estas prácticas? ¿Sólo por dinero? Es una lástima que haya personas que solo crean en la moral del dinero.

     Como conclusión quería dejar para meditar el versículo de Romanos 12:15 que dice «gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran», por ello no podemos festejar los juegos olímpicos que se olvidan de la persecución que sufren nuestros hermanos en China, ni podemos simpatizar con actores, escritores y artistas o políticos que blasfeman y persiguen el buen nombre de Dios.

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