La Eutanasia
14 - Marzo - 2013

Muchas personas quieren determinar el cómo y el cuándo dejan de vivir

     Salmos 39:4-5 “Hazme saber, Jehová, mi fin, Y cuánta sea la medida de mis días; Sepa yo cuán frágil soy. (5) He aquí, diste a mis días término corto, Y mi edad es como nada delante de ti; Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. Selah”.

     Para los que creemos en Dios, sabemos que ha sido Él, el que ha fijado el inicio y el fin, que es dueño de la vida y de la muerte y que nada escapa a su control. El ejemplo más claro lo podemos encontrar en 2ª Reyes 20:1-6 la historia de Ezequías. Dios estableció el fin de los días de este Rey, pero Ezequías oró fervientemente y Dios le concedió 15 años más de vida.

     De un tiempo a esta parte se ha intentado implantar en la sociedad en la que vivimos unos debates éticos, sociales y religiosos sobre la vida y la muerte. Así que voy a comentar un debate a vida o muerte que está librando nuestra sociedad, y quiera Dios, que se resuelva a favor de la vida.

     Para empezar, debemos decir que la Biblia no se pronuncia de forma expresa en relación con la eutanasia. No se contempla en los términos en los que se usa hoy día. Si además añadimos que hay temas como el divorcio, el adulterio, la fornicación, los cuales se detallan y precisan en la Biblia, y a pesar de esas instrucciones en ocasiones resulta difícil dar una respuesta clara y uniforme de las mismas ¿cuánto más difícil será hablar de un tema como la eutanasia?

     Por eso en lugar de hablar de la eutanasia en sí, debemos ver en la Palabra de Dios, la forma en la que Dios actúa, o que tipo de respuestas y afirmaciones se desprenden de su carácter. Personalmente creo que es importante tener una base bíblica para tener una respuesta cuando en nuestros círculos salga este tipo de temas.

     La eutanasia es la elección de la muerte ante la vida, y supone la cúspide del deseo del hombre de controlar su destino al margen de Dios. En este sentido hay que entender que al igual que no es correcta la decisión de poner fin a la vida por voluntad propia, tampoco es correcta la decisión de intentar alargar la vida más allá de lo que el cuerpo da de sí. En ocasiones oímos que hay personas que dicen cosas como: “Lo único que no puedes elegir en la vida… es nacer”. No creen en Dios, ni tienen temor de su Palabra, ni creen que haya nada más allá de la muerte. Este tipo de personas que han desperdiciado su vida siendo rebeldes a Dios quieren establecer el cómo y cuando tienen que morir, encontrando en esta causa su motivación para vivir, hasta lograr su objetivo. En un último gesto de rebeldía contra Dios intentan demostrar al mundo que ellos son “dueños” de su destino, y que ni Dios ni nadie les puede decir cómo tienen que vivir o morir.

     El término eutanasia proviene del griego: "eu" (bien) y "thánatos" (muerte), podemos decir que significa morir bien o morir a gusto. También es conocida con eufemismos del tipo suicidio asistido o muerte digna. Y es concretamente este término el que nos están intentando colar una y otra vez, para que relajemos nuestras alarmas y acabemos aceptando esta práctica: Muerte digna.

     Pero ¿Qué es eso de una muerte digna? En Hebreos 9:27 podemos leer “de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”. La Palabra de Dios nos dice que como norma general, todos tenemos que morir, porque así lo ha establecido Dios. Así que, si todos tenemos que morir, ¿Cómo se diferencia una muerte digna de una muerte indigna? ¿Es qué acaso la dignidad de la muerte se alcanza si esta es elegida por uno mismo? ¿No es acaso una evidencia más de la rebelión del ser humano contra la soberanía de Dios?

     En Romanos 5:6-11, podemos encontrar la definición de muerte digna: “6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. 7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. 8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. 11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación”.

     Jesús por amor murió por los que le amaban, por los que le hacían el vacío y por los que le odiaban abiertamente; todo para ofrecerles la oportunidad de ser salvos de una condenación eterna. El precio fue su propia vida. Nadie ha igualado jamás una muerte como la de Jesús. Por eso cada vez que se habla de muerte digna para referirse a la eutanasia, es restar grandeza y dignidad al sacrificio de Jesús, y engañar a la gente intentando darles una victoria en la elección de la muerte frente a la evidente rendición y derrota en la lucha por la vida.

     Porque también este texto habla de que alguno de forma muy excepcional podrá morir por alguien justo o bueno, o por alguien querido al que se ama. Pero es imposible que una persona muera por alguien que le odia y le hace la vida imposible. Antes al contrario. El pensamiento humano es el que busca el mal del enemigo, así que llegada la agonía de nuestro enemigo o adversario, y si la salvación de ese que nos odia dependiese de nuestra propia vida… sencillamente morirá. En ocasiones incluso se celebra el hecho de que nuestro enemigo ya no pueda seguir haciéndonos daño: “Se lo tiene merecido”, “a cada cerdo le llega su San Martín”, etc. Por eso cuando el apóstol Pablo dice que difícilmente uno morirá por un justo, quiere decir que por una mala persona es imposible. Dios conoce al ser humano porque somos creación suya, y que él conoce también las intenciones de nuestros corazones.

     Generalmente la causa que suele animar al ser humano a querer tomar una decisión como la de la eutanasia es fruto de una depresión. Hay distintas situaciones que pueden producir depresión hasta desear morir, y en la Biblia podemos encontrar unos cuantos ejemplos de situaciones extremas y desbordantes. Así que podemos hacer una clasificación de estas situaciones:

     

     1. Enfrentando una enfermedad o incapacidad. Actualmente los casos de la eutanasia son mayoritariamente de aquellas personas que tienen una incapacidad física, tetraplejia o paraplejia. En este sentido podemos encontrar en la Biblia algún ejemplo en el que hay personas que ante una discapacidad muy importante reaccionan dentro del temor de Dios. Es el caso de Isaac, quien tal y como recoge Génesis 27: 1-2, siendo anciano se quedo ciego. Hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos, no había la asistencia social de un estado que garantizase una protección para este colectivo, por eso una ceguera relegaba a la persona que la sufría a una absoluta inutilidad para desarrollar cualquier actividad, recayendo su carga exclusivamente en su familia. Isaac, era consciente de que no le quedaba mucho tiempo de vida, desconocía hasta cuándo Dios iba a dejar que siguiese viviendo, y pese a esa limitación grave no intentó anticipar su fin. Es más, siendo consciente que su fin estaba próximo se apresuró a cumplir las responsabilidades que tenía para con su familia, que en este caso era la de otorgar la bendición de la primogenitura a su hijo mayor (Génesis 27:7). Siempre hay cosas por hacer, cosas en las que uno tiene una responsabilidad y en las que puede encontrar la realización personal y el sentimiento de utilidad que toda persona necesita.

     2. Abrumado ante la persecución y el sentimiento de soledad. Podemos ver en 1ª Reyes 19:4, como el profeta Elías después de que Dios obrara por su mano un milagro enorme frente a Jezabel y los profetas de Baal, tuvo que huir por la persecución de la reina y en su desesperación suplicó a Dios, morirse. Pese al gran milagro del que había sido artífice, por la gracia de Dios, se sentía completamente sólo en su lucha contra la idolatría de Israel (1ª Reyes 18:14). Elías estaba muy abatido, pero no actuó para acortar su vida, sino que buscó a Dios. Y lo encontró. Dios fue el bálsamo para su alma, le dio consuelo y le demostró que no estaba sólo (1ª Reyes 19:9-18), que había mucha más gente con la que se podía identificar y que por encima de ellos estaba el mismísimo Dios.

     3. Desbordado por la responsabilidad y las obligaciones. Esta fue la situación que experimentó Moisés cuando sacó al pueblo de Israel de Egipto y se encontró con las quejas del pueblo por el maná que Dios les daba para que comiesen. Era un periodo en el que las comparaciones con Egipto eran constantes. El pueblo sólo recordaba los pescados que comían en Egipto, en comparación con el maná que tenían en el desierto. Así que haciendo uso de una memoria selectiva, olvidando la opresión y esclavitud que sufrían bajo la mano del faraón, acudían a Moisés llorando, para pedirle que le dieran carne (Números 11:13), carne que no tenía. Moisés estaba en el centro de la diana, teniendo que responder ante las quejas y desaires de toda una nación.

     Tal era la situación que Moisés llegó a decirle a Dios: Números 11:11-15 “(11) ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? (12) ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres? (13) ¿De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos. (14) No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. (15) Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal”. Moisés suplicó a Dios en su desesperación y Dios no dejó sólo a Moisés, organizó al pueblo y repartió la carga que llevaba (Números 11:16-17). Los que buscan a Dios encuentran en él la salida a su problema, las fuerzas en la flaqueza, la paz en su interior, y aprenden a confiar y a esperar en que Dios está en control y Él obra por amor a nuestro favor.

     4. Falta de esperanza ante la proximidad del fin de la vida.

     5. Pérdida de sentido existencial y perspectiva de la vida.

     Las personas que nos rodean son de vital importancia, pues ellos tienen la oportunidad de ayudarnos a salir de nuestro pozo. Por eso, dependiendo de la perspectiva que tengan de la vida o de si tienen o no temor de Dios, reaccionarán poniéndonos el pié encima u ofreciéndonos su mano para levantarnos.

      Las personas que no tiene temor de Dios, abandonan al que sufre o lo animarán a acabar con su vida.

     Podemos ver como en Juan 5:5-7, había un hombre que llevaba 38 años postrado en un lecho y no tenía a nadie que le ayudase. A sus amigos y familiares les era una carga, y no estaban junto a él. Otro ejemplo es el que encontramos en Job 2:9, en donde la mujer de Job le dijo a este que llevaba sufriendo un cúmulo de calamidades y enfermedades: “¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete”.

     Mucha gente que apoya la eutanasia intenta mostrar una preocupación muy particular… “Es para que no sufra”, pero yo me pregunto, ¿para que no sufra quien? ¿El enfermo o los que tienen que “aguantar” su enfermedad? El que de verdad ama y muestra amor sincero no busca lo suyo y haría cualquier cosa que esté en su mano para hacerle más llevadero su enfermedad, aún a costa de su propio bienestar. Trataría que se sintiese más arropado, para que el amor y cuidado que le brindan día a día puedan animarlo en su depresión o tristeza.

     Si las personas tienen temor de Dios, amarán y se dolerán con el amigo o familiar que está sufriendo, e intentarán mostrarte el consuelo a su alma en Jesús y en la Palabra de Dios. Podemos ver en Marcos 2:3-12 el contraste al punto anterior y ver cómo cuatro amigos de un paralítico hicieron todo lo posible para llevarle ante Jesús, hasta descolgarle por el techo de una casa, porque sabían que en Jesús encontraría la solución a su problema. O en Mateo 8:5-13 aquel centurión que fue a Capernaum en busca de Jesús porque su siervo que era paralítico estaba sufriendo grandemente.

En Proverbios 24:11 se nos dice cual es nuestro cometido, este versículo debemos interpretarlo tanto en un plano físico como espiritual: “Libra a los que son llevados a la muerte; Salva a los que están en peligro de muerte”.

     Por último, hay que decir que hay gente que está sufriendo por muchas causas, que les han hecho perder la ilusión de vivir. Así que lejos de señalarlas y juzgarlas, tenemos que tratarlos con amor y compasión, deseando hacer lo que esté en nuestra mano para ayudarles, pidiendo su bendición y orando a Dios para que toque sus corazones.

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