¿Cómo nos juzgará Dios?
20 - Octubre - 2009

Foto de la manifestación pro-vida que tuvo lugar en Madrid.

     “Me niego a someter mi noción del bien y del mal a la de la mayoría”

     (Martin Luther King).

     Esta frase de Luther King, elegida por el autor para introducir el libro, es un resumen perfecto de la novela “Sol rojo sobre Hiroshima”, del escritor evangélico Mario Escobar (Inédita Editores, 2008). La serie de novelas históricas de aventuras que Mario Escobar ha escrito protagonizadas por Lincoln y Fox (“Conspiración Maine”, “El Mesías Ario” y “El secreto de los Assassini”) le han situado con razón entre los escritores españoles con mayor éxito de ventas.

     En “Sol rojo sobre Hiroshima” nos ofrece una obra más profunda, con un dilema moral apasionante, aunque manteniendo el ritmo ágil y lleno de acción al que Mario nos tiene acostumbrados. La novela es una mezcla entre el género bélico y de espionaje, aderezada con un transfondo moral de gran actualidad, especialmente teniendo en mente la manifestación contra la ley del aborto que se celebró el pasado sábado. Dejando a un lado las connotaciones políticas que tristemente empañan y envenenan lo que a mi entender es una reivindicación justa y legítima, de todas las reacciones sobre la manifestación me ha llamado la atención el artículo de Juan Manuel de Prada “Nadadores a contracorriente” (que también se ha publicado en esta web), en el que el escritor cita una frase de Chesterton, “sólo quien nada a contracorriente sabe con certeza que está vivo”. Éste es el caso del protagonista de la novela que nos ocupa, John Smith Okada, americano mestizo hijo de un filólogo norteamericano pacifista y una japonesa que se ha separado de su padre y reside en Japón. John es uno de los meteorólogos más preparados de su país y sus capacidades no pasan desapercibidas al ejército americano.

     John es reclutado para formar parte de un grupo especial encargado de bombardear ciudades japonesas al final de la 2ª Guerra Mundial. En esta parte comprobamos con fascinación el papel determinante que las predicciones meteorológicas jugaron en el desenlacen de gran parte de las batallas. La eficacia de John le lleva a ser elegido para formar parte del equipo que lanzará la bomba atómica sobre Japón. John irá descubriendo los secretos y mentiras que envuelven el lanzamiento de la bomba y luchará contra el conflicto personal de saber que su propia madre puede ser una de las víctimas. Cuando su conciencia le advierte sobre la posible inmoralidad de lo que están haciendo, la respuesta de sus jefes es: “mira hacia otro lado si no te gusta lo que ves”.

     John tendrá que enfrentarse con el dilema de dejarse llevar por la opinión de la mayoría o actuar en base a su conciencia, a costa de ser considerado un traidor. En palabras del mismo autor, John “evoluciona desde un planteamiento egoísta de la vida hasta que su conciencia le hace reaccionar”, la obra “empieza como una historia bélica, para terminar siendo una historia personal”.

     Mario Escobar señaló cuando presentó la novela que “los individuos de este siglo no actuamos en conciencia, sino que preferimos pasar desapercibidos entre la mayoría”. Es aquí donde los cristianos tenemos un reto que afrontar. Una conversación entre John y su superior, el coronel LeMay, nos da la clave para entender cuál debe ser nuestra actitud como cristianos.

     El coronel LeMay quiere justificar el lanzamiento de la bomba aunque vayan a morir decenas de miles de inocentes, señalando las barbaridades cometidas por los japoneses. Estos argumentos no convencen a John:

     “- He escuchado todas esas acusaciones muchas veces, pero la gente inocente no tiene culpa –dijo John.

     - No podemos separar a los inocentes de los culpables, cuando estén ante Dios el salvará a los justos y condenará a los injustos –dijo LeMay en tono solemne.

     -John permaneció callado unos instantes y después añadió:

     -Y a nosotros, señor ¿cómo nos juzgará Dios?”

     Sabemos que tenemos que dar cuenta delante de Dios de cuál ha sido nuestra actitud y comportamiento en esta vida. No somos responsables de los actos de los demás, pero sí de actuar de acuerdo con nuestra conciencia teniendo en mente que Dios nos juzgará individualmente a cada uno. John no pudo evitar el lanzamiento de la bomba, porque “a lo largo de la historia las bombas y los intereses militares y políticos, siempre se imponen sobre las conciencias”, pero sí pudo evitar actuar en contra de sus creencias. Es nuestra responsabilidad plantarnos y hacer nuestras las palabras que citaba al inicio de Martin Luther King, en primer lugar por amor a Dios y en segundo lugar por amor a las personas que no le conocen y necesitan de nuestro testimonio para conocer la verdad. Por eso, no olvidemos combinar la firmeza en la defensa de nuestras creencias, con el amor y la misericordia hacia los que no creen como nosotros. En definitiva, todos necesitamos de la gracia de Dios.

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